La semana pasada fui a clase de electricidad. No iba a una clase presencial, con otros alumnos, de un asunto relacionado con la ingeniería desde hace 30 años. En estos años he ido a clases de economía, de derecho, de filosofía, de literatura, de ciencias políticas, pero ni a una sola relacionada con la ingeniería. He estudiado por mi cuenta, pero ir a un aula con alumnos es otra cosa.
La clase la impartía Gabriel Barroso, al que no sé definir. Si dijera que Gabriel es ingeniero aeronáutico, mentiría. Gabriel habrá estudiado lo que haya estudiado, pero no es ingeniero aeronáutico. Es un tipo maravilloso en el trato, que ha estudiado infinidad de cosas, que sabe mucho de historia romana, por poner un ejemplo, y cuyo ser ontológico me niego a reducir a la ingeniería. Nadie es lo que estudia ni lo que trabaja. Ni médicos, ni ingenieros, ni filósofos, ni electricistas, ni periodistas, ni panaderos, ni economistas. Esos títulos y otros suelen describir nuestros oficios. Nada más. Me niego a encuadrar a Gabriel.
Gabriel nos dio una clase encuadrada en el curso de «Técnico en competición automovilística» que promueve Drivex, empresa-escudería dedicada a la competición automovilística entre otros cometidos.
Su lección iba enfocada a formar sobre la «Distribución y protección eléctrica con tecnología de estado sólido«. Me decía Gabriel en el recorrido de regreso a casa: «Me gusta dedicarme a la parte eléctrica, porque estás en contacto con todos los elementos que conforman un vehículo» (sea el vehículo que sea).
Resumo la clase en dos patadas: Existe la posibilidad de sustituir fusibles y otro tipo de interruptores mecánicos de un circuito eléctrico por semiconductores que detectan y miden un incremento de intensidad del paso de corriente, que dan información sobre la corriente que pasa por ellos y que pueden actuar de acuerdo con las órdenes recibidas desde un procesador de información.
Los denominados en inglés Solid State Power Controllers (SSPC) tienen varias ventajas y algún inconveniente. La principal ventaja es que pueden recibir y aportar información. Por ejemplo, cuando un fusible funde, no sabemos si se debe a una sobrecarga prolongada o a un cortocircuito. Con un SSPC sí podemos tener esa información, que facilita el diagnóstico. Otra ventaja es que permite cortar preventivamente la corriente, por ejemplo, si recibe información de que el sistema se está calentando en exceso. El inconveniente mayor suele ser su precio.
En definitiva, los SSPC sirven para recibir órdenes (abre o cierra el paso de corriente) y para enviar información, motivos por los que no sólo protegen los elementos situados en su circuito, sino que además pueden ejecutar las órdenes recibidas desde fuera y emitir información.
A la vuelta a casa le planteé a Gabriel una pregunta absurda, una idea contra la ley de Ohm, pero que me pedía el cuerpo. ¿Si los SSPC detectan un exceso de demanda del circuito eléctrico no pueden hacer nada para reducir la intensidad de corriente que recorre el circuito y no exigir tanto a la batería, pero sin desconectar ningún dispositivo?
Supongo que Gabriel tendría que haberme dado un guantazo, por ignorante. Pero me trató con compasión. «No, no es posible. Los SSPC sólo cortan o abren el paso de corriente, pero no pueden regular la intensidad.»
Lo que yo proponía es un sistema que permita reducir la intensidad sin variar la resistencia ni el voltaje del circuito. Un disparate, porque la ley de Ohm es una ley y no tres letras insignificantes.
La clase me sirvió para rascar en conceptos que no había pensado desde hace más de treinta años y para conocer sistemas alternativos a los fusibles, relés y otros sistemas de conmutación y protección. El cerebro se me oxida a gran velocidad. Pero sigo disfrutando mucho oyéndolo sufrir.
Javier,
muchas gracias de nuevo por tus palabras y por pasar conmigo aquella tarde.
Es estimulante encontrar personas como tú, interesadas en distintas materias y aspectos de la vida, pues con ellas tienes mucho que compartir. La curiosidad es como trabajar en el sistema eléctrico de un vehículo, te pone en contacto con todo lo que hay a tu alrededor.
Un abrazo
Siempre son chulos ese tipo de charlas, seminarios, etc..
Los relés de estado sólido se usan desde hace mucho tiempo en la industria (décadas).
La principal ventaja en cuanto a equipo industrial, es la ausencia de desgaste y de que se «enganchen» (entre otras ventajas). Son muy usados en muchas aplicaciones, como por ejemplo, como sistema de seguridad en hornos (donde un contactor se acaba enganchando y haciendo que las resistencias calienten hasta que se quemen… un ssr no se engancha, por lo que su fallo es mucho más improbable).
De todos modos, los sistemas eléctricos en un coche tiene la gran ventaja de tener poca exigencia en cuanto a ciclos de vida. El número de horas de trabajo de un motor es ridículo, comparado con el número de horas que trabaja una máquina industrial.
En la industria, cualquier máquina supera habitualmente el millón de maniobras, o las 100 mil horas de uso sin averías significativas y sin grandes requisitos de mantenimiento (usualmente, un engrase en algunos puntos, y listo para seguir produciendo).
Un coche con 100 mil horas de uso, tendría del orden de 5 millones de kilómetros. Y con un mantenimiento muy simple y barato. Es una cifra que no es muy frecuente en los coches, por lo que las exigencias sobre los componentes no son muy complicadas en ese sentido.
Lo que pide de regular la exigencia a la batería mediante algún sistema (hay infinidad de sistemas para poder regular la intensidad), tiene el pequeño problema de que los sistemas electrónicos alimentados por el circuito eléctrico, al no recibir la intensidad requerida, dejarían de funcionar. No es que funcionasen peor… es que fallarían completamente y de forma aleatoria.
Si se desea limitar la corriente, entonces debería implementarse un sencillo sistema para que la centralita los fuera desconectando con una secuencia lógica programada (cosa que hoy en día se puede hacer con mucha facilidad).
No lo tendrá por ahí grabado en una músicasette o algo..?
Hola Jose,
No lo grabé. Son clases de pago. No puedo difundirlas por ahí. ¡Uno no puede hacer siempre de periodista!