Mi admirado Arsenio Escolar tiene un blog con un nombre magnífico: «¡Que paren las máquinas!«. Un nombre perfecto para un blog, para internet, cuyas máquinas nunca paran.
Con todo lo buen periodista que es, con todos los reportajes que ha levantado, ya le gustaría a Arsenio haber tenido a alguna vez a Bienvenue entre los brazos. Ese es el problema del periodismo, que sólo sirve para lo que se puede contar.
¡Que paren las máquinas! Bienvenue.
Cuidado, porque esa improvisada foto cuenta mucho. Me ha encantado.
¿Eh?
Hay cosas en esta vida que no necesitan un texto que les respalde. Esta es una de ellas. También hay cosas en esta vida que nunca se olvidan, por más que pasen los años, no hay día que no vengan a mi cabeza. Y esta, es otra de ellas. La mirada de un niño. Esa mirada, venga de donde venga (país) es (son) inconfundible (s). Aunque es verdad que en algunos lugares es muy especial.
Ellos, los niños, no necesitan más, con mirarte tienen bastante. Da igual si adivinas o no lo que te están diciendo porque ellos lo están gritando a través de sus ojos.
No sé la historia de Bienvenue pero sea cual sea, uno de los cientos de gritos que está lanzando es un: ¡mil gracias! De eso, estoy segura.
Gracias por compartirlo.