Uno de mis aprendizajes durante el viaje a las auroras boreales en silla de ruedas es que no hay un buen aseo universal adaptado a las personas que necesitan una silla de ruedas para moverse.

Para algunas personas, por ejemplo, el acceso al retrete es primordial. Para otras es irrelevante, porque nunca harán uso de él. Algunas personas no utilizarán casi nunca una ducha fuera de casa, salvo que las agarren entre dos personas. Otras en cambio sí podrán ducharse con relativa comodidad si disponen de una buena silla para hacerlo. El lavabo es quizá el elemento que pueda ser requerido de forma casi universal por quienes se mueven en silla de ruedas, pero también es cierto que con un vaso y un barreño se suple con relativa comodidad.

Cuando yo pasé 24 horas en silla de ruedas el baño de mi hotel estaba poco adaptado. En aquel momento no era consciente de la diversidad de funcionalidades que las diferentes personas con limitaciones de la movilidad pueden requerir.

Las sillas eléctricas, por ejemplo, que tienen ruedas pequeñas, son imprescindibles para que quienes no tienen fuerza en los brazos puedan desplazarse de forma autónoma por la casa y por la calle. Pero, un escalón de 10 centímetros puede suponer un obstáculo insalvable para esas sillas y en cambio es soslayable con una silla manual.

Aseo adaptado. Scandic Hotel. Trondheim

Un baño amplio, que permite moverte con comodidad con la silla por su interior, y con esa silla con altura de patas adaptable, que permite subir las patas delanteras y bajar las posteriores para que la persona sentada quede ligeramente recostada.

Cuando lo vi no tuve duda. Era el baño ideal para darle una ducha completa a Víctor, para que se aburriera de agua  y dejarlo más limpio que cuando era bebé. Es más fácil pensarlo que hacerlo, pero lo hicimos. Nos lavamos el pelo y cada rincón de nuestro cuerpo integrado. Salimos relucientes y perfumados. El asiento es demasiado duro y no tiene buenos apoyos y a Víctor le dolía los puntos en los que los huesos presionaban contra la banqueta. Acostumbrado al mullido del BMW y a su cojín nunca suficientemente alabado, el asiento de este baño se le hacía demasiado duro.

Nuestro cuerpo era uno, pero yo no sentía el dolor. Cuando Víctor se quejaba me pillaba por sorpresa. No me esperaba que pudiera estar tan molesto con tan poco rato. Qué difícil es ponerse en el cuerpo de otro. Enjabonarlo es fácil. Enjabonarnos es fácil. Sentir el daño es imposible, al menos para mí. Yo pretendía entenderlo. Muchas veces me pasaba eso. Pretendía entender lo que Víctor me pedía. Imposible. Mejor obedecer ciegamente sin intentar entender.

La zozobra y la angustia por el dolor y la incomodidad manifiesta, impidió disfrutar del baño tanto como yo deseaba. Fue menos inundación de los sentidos y menos placer del que yo preví, pero salimos limpios y chorreando.

La toalla y el secador hicieron el resto y Víctor quedó listo para una sesión de fotos que ya querrían para sí las estrellas de cine. No le faltaba de nada.

Así posa Víctor Jiménez Coquard para km77.com

Victor Jimenez Coquard. Posa para km77.com
Una vez vestido, su estilo y figura con ropa para soportar el frío noruego es inigualable. Esa pose de esquiador en pleno salto, con la mirada en el infinito, y girando los brazos para hacer un molinillo en el aire y volver a caer sobre los dos esquís por la máxima pendiente no tiene parangón en el mundo.

Víctor Jimenez Coquard
Y además limpio y aseado. Nos reímos mucho haciendo estas fotos. Estábamos de vuelta, con un par de días relajados por delante porque en Noruega cierra por Navidad y teníamos que esperar varios días antes de que nos cambiaran los neumáticos de clavos por nuestras ruedas de invierno europeas. Nos daba tiempo a ducharnos y a hacernos fotos en plenos saltos de esquí. Un escándalo.

Después de las fotos volvimos a la silla y al baño. Para posar ante el espejo después del ejercicio.

Víctor Jimenez Coquard
La posición en la que está Víctor en la foto superior, frente al espejo, es posible porque el lavabo está situado a una altura suficiente como para que la silla de ruedas quepa por debajo, de tal forma que la cabeza quede situada al borde del lavabo, posición necesaria para enjuagarse la boca. La papelera seguro que molesta y habrá que quitarla de ahí para colocar la silla.

Aseo adaptado. Hotel Scandic. Trondheim