La palabra «ateo» es una contradicción. ¿Cómo se puede ser ateo si dios no existe, si ningún dios existe ni ha existido nunca? ¿De dónde sale el nombre que negamos si no ha existido nunca? ¿Acaso no le otorgamos existencia sólo por nombrarlo? ¿No le damos vida solo por negarlo? Al principio fue el verbo.
Negar la existencia de dios, de cualquier dios, es ridículo. La no existencia es imposible de probar. Los humanos no conocemos mecanismos lógicos que nos permitan probar que algo no existe. Yo no tengo la seguridad absoluta de que no existe ningún dios. Si le pongo porcentajes, diría que estoy convencido en un 99,9 (periodo) por ciento. No es que tenga dudas de si dios existe o no. No tengo ninguna duda de que no existe, pero dejo abierta la posibilidad a estar equivocado. No niego la posibilidad de su existencia, aunque estoy seguro de que no existe. Lo mismo me sucede con las ballenas voladoras a cuadritos verdes y rosas (un ejemplo viejo en mí, poco elaborado, pero que me parece entrañable y que seguro que sería un éxito para un libro de cuentos infantiles).
Estoy convencido de que uno de los motivos por el que los hombres nombramos a dios es para que dios nos nombre, nos haga humanos, nos distinga de las otras especies. Creamos a dios, para que dios nos cree. Nosotros nombramos a todas las especies. Muy bien. ¿Quién nos nombra a nosotros? Nosotros mismos, pero eso no vale. La palabra definida no puede estar dentro de la definición. ¿Quién nos define como hombres, nosotros mismos? Nos sentimos huérfanos como especie y buscamos a quien nos cree. A quien nos dé alma.
Mi padre, que desde que recuerda cree en dios, basa su fe en otro motivo. «Para todo, siempre, hay una semilla. Para todo. Nada nace ni crece sin semilla. ¿Cuál es la semilla del universo?» Me parece una buena pregunta para comenzar a investigar. ¿Cuál es? No tengo ni la más remota idea. ¿Tiene semilla? A saber.
Una mujer que conocí relacionaba la existencia de su dios, su fe, con el miedo. «Es mejor creer en dios, me decía, porque en el caso de que sea cierta su existencia la vida eterna será mucho mejor«.
Hay muchos motivos por los que creer en un dios. Para muchas personas a las que he conocido, su estancia en la tierra, sin un dios, no tendría sentido. Entiendo perfectamente que alguien piense que la estancia en la tierra no tiene ningún sentido. Yo también lo creo. Para mí no tiene sentido nada. Todo sucede, sin más. ¿Por qué tendría que tener sentido? Uno nace vive y muere. ¿Tiene que tener eso algún sentido? ¿Qué tipo de sentido? Pero yo me pregunto, además. ¿Por qué le da sentido a la vida un dios? ¿Sentimos que nos quiere y eso le da sentido? ¿Sentimos que nos elige y eso le da sentido? ¿Le da más sentido que nos elija un dios a que nos elija la casualidad? ¿Por qué? ¿Porque ese dios nos da la vida eterna? ¿Y qué sentido tiene la vida eterna? ¿Hay un dios de ese dios que le dé sentido a la vida eterna para otra eternidad?
Hace pocos días hablaba con un exjesuita, convencido ahora de la no existencia de ningún dios. Con él me refería al Dios del que hablan en la religión católica y le preguntaba si de verdad cree que el Papa cree en los milagros o si le parecía que su profesión de fe es una impostura para sostener un negocio, un Estado. A mí me parece poco creíble la posibilidad de que un Papa admita la posibilidad de que existen los milagros. Sospecho que los Papas mienten a sabiendas. Estoy convencido de que ningún Papa de la modernidad cree que algo que contravenga los principios de la termodinámica puede ocurrir en la tierra. Estoy seguro que o bien el Papa no cree en milagros o que sabe que la definición de milagro es incorrecta y se aprovecha de ella. ¿De verdad ocurre algo en la tierra que contraviene las leyes que conocemos en ciencia? Si eso fuera cierto, ¿en qué piensan los científicos que no se apresuran a cambiar esas leyes?
El exjesuita no me respondió exactamente como escribo a continuación, porque no lo grabé. No estaba ejerciendo de periodista. Transcribo mis recuerdos de la conversación. «La fe es una vivencia. Vives con ella desde pequeño. Tengo muchos amigos creyentes, algunos con mentes intelectualmente poderosísimas. No pueden o no quieren planteárselo. La fe es parte de ellos«.
Yo le contesté que lo entendía hasta determinada edad pero, que como le pasó a él, llegada determinada edad, parece imposible no plantearse la incompatibilidad de sostener un mundo de ficción con el conocimiento.
Algunos de mis amigos católicos me piden que «respete sus creencias». Me piden un imposible. «¿Puedes respetar tú las creencias de quien hace vudú? ¿No te sorprende que alguien crea que eso es posible? Si algún amigo tuyo hiciera vudú para curarse de una enfermedad, no le recomendarías un médico? Tú rezas. Crees que hablas con alguien. Tan inverosímil como el vudú. Sigue rezando, pero mientras seamos amigos te seguiré diciendo que eso es como el vudú, porque lo es. No tenemos ningún indicio que nos permita pensar que tu superstición es verdadera y que las otras son supersticiones falsas».
Me gustaría que la posible existencia de un dios no exigiera más tiempo en mi vida que el que dedico a conocer los primeros instantes del universo. Pero no es así. Y no lo es porque la cuestión no acaba en la existencia o no de un dios. Si acabara ahí, despertaría la misma curiosidad que la de si existe una especie animal o vegetal más en el planeta, o la de si en el primer instante del universo podemos medir el tiempo con las mismas magnitudes que lo medimos ahora.
La cuestión es que la existencia de un dios va unida a las religiones, a los buenos y a los malos, al bien y al mal. A ganar y a perder. A la batalla. A vencedores y vencidos. A la historia de la humanidad, de la convivencia. NAda que ver con el conocimiento científico, sino con el día a día social.
Lo intuyo. Las guerras no tienen su origen en la religión, sino en el hambre, que también genera otra lucha de clases, la de otros buenos y otros malos.
Los seres humanos, que nos autodenominamos inteligentes (¿o es un dios el que nos lo llama?) utilizamos los mismos recursos que los animales, la confrontación, la lucha por el espacio, ganar y perder, con balas o con votos. Las religiones son utilizadas por ricos y pobres, por quienes pasan hambre y por quienes viven con abundancia, para sostener sus ataques y sus defensas. Para justificar guerras, para atribuirse poderes y mandatos, para justificar muertes.
Escuchaba el otro día en la BBC a un periodista palestino que se negaba a condenar la muerte de tres adolescentes israelíes. Ante la insistencia del periodista de la BBC, el periodista palestino tenía dos argumentos: «Vivían en territorios ocupados» y «El pueblo israelí sojuzga sistemáticamente al pueblo palestino.» El periodista de la BBC, le cuestionaba insistente si le parecía que esos eran motivos para asesinar a personas inocentes. La respuesta del palestino: «Los islamistas, con actos así, nos ganamos la sombra del trono de Dios» (Las transcripciones no son literales)
¿Ante la mera posibilidad de vida eterna, qué valor tienen las leyes terrenales? Copio un texto de la página Islamreligion.com: «El Paraíso y el Infierno serán la última morada luego del Juicio Final. Son reales y eternos. (…) El Paraíso es el jardín eterno de los placeres físicos y de los deleites espirituales. Todo sufrimiento estará ausente y los deseos del cuerpo serán satisfechos. Palacios, sirvientes, riquezas, arroyos de un vino exquisito que no embriaga, miel y leche, fragancias placenteras, voces suaves, parejas puras para la intimidad; ¡La persona nunca puede llegar a aburrirse o cansarse!
La mayor felicidad, sin embargo, será contemplar a su Señor, y de esto los incrédulos estarán privados.
El Infierno es un lugar de castigo para los incrédulos y de purificación para los creyentes pecadores. Castigo para el cuerpo y el alma: Fuego para el cuerpo, agua hirviendo para beber, comida caliente para comer, cadenas y sofocantes columnas de fuego y humo. Los incrédulos serán eternamente castigados en él, en cambio los creyentes pecadores eventualmente serán enviados del Infierno al Paraíso.»
Mi objetivo, como ciudadano no creyente, no es enfrentarme a los religiosos. Todo lo contrario. Erasmo de Rotterdam mostró el camino. No hay ningún motivo por el que tengamos que pensar de igual forma, para que convivamos en paz las diferentes creencias y convicciones. Yo añado. Ni siquiera tenemos por qué soportarnos. Yo no soporto a muchos ateos, igual que no soporto a muchos creyentes. No hace falta soportarse. Dejémonos espacios de libertad. Opinemos todos libremente sobre nosotros y sobre los demás, sólo faltaba, y no obliguemos a nadie a comportarse según nuestros cánones morales. Eliminemos absolutamente la presencia de las religiones en los Estados y aprendamos a convivir en paz, sin presiones, cada uno con sus convicciones y sus creencias.
Convivir en paz no significa vivir con miedo. No significa permanecer callado ante posibles represalias. No significa «estar metido en el armario», en expresión que viene a cuento la semana del orgullo gay. Expresemos nuestras religiones y convicciones sin miedo, debatamos sobre estos asuntos con tranquilidad, confianza y deseo de aprendizaje, que es el único camino que conozco para la convivencia en paz.
* Titulo «Nosotros los ateos» aunque no tenga intención de representar a más de uno. Titular «Yo el ateo» no sería adecuado, entre otras cosas porque no me considero ateo, sino «no creyente». Aun así, como los demás me consideran ateo, podría llamarme ateo, pero nunca «el ateo». Por tanto, aunque sólo me represente a mí, titulo en plural.
Fail. Vd. lo que es es agnóstico, que no es lo mismo. Pensando pensando ha re-descubierto el agnosticismo, y por eso le parece que ser ateo es contradictorio. Voy a echar un poco mas de leña a la caldera de pensar: Nadie a probado la no existencia de Dios, porque no se puede probar que algo no existe… mas o menos es cierto, pero el tema es que tampoco ha probado nadie que exista, y si algo existe se puede probar. Por otra parte tampoco podemos probar que los unicornios fucsia con lunares verdes no existan, pero el caso es que no existen.
Sr. Moltó, sepa que coincido y me identifico con sus pensamientos aquí escritos, aunque solo sirva para validar el título (que asco me dan todas las religiones). Además me ha gustado lo de las ballenas voladoras, en lugar de los tan manidos «unicornios rosa».
Y ahora, si me permite, me gustaría hacerle una pregunta (o dos). A ver si soy capaz de resumirlo en unas pocas palabras:
¿Porqué los humanos (sobretodo los no creyentes) nos empeñados en seguir evolucionando si sabemos de antemano, y a ciencia cierta, que estamos condenados a una segura extinción?
¿Será debido a que haya más creyentes que no creyentes? y si fuera ese el caso ¿no sería una contradicción con la creencia en la vida eterna?
Gracias.
Le remito a este enlace.
Es bastante revelador.
Saludos
http://lacuevadeloslibros.blogspot.com.es/2013/12/existe-dios-3-pruebas-de-su-existencia.html
Valmhö. Si usted prefiera que yo sea agnóstico, pues soy agnóstico. No me preocupa la forma en la que usted lo llame. A mi juicio, el agnosticismo no tiene nada que ver con mi percepción de todo este asunto, pero ya le digo, si a usted sí se lo parece, si usted se aclara, si está seguro de que no se cierra ninguna puerta a pensar un poco más, a intentar entender qué puede sentir o cómo enfocar una cuestión otra persona, me parece maravilloso que usted me llame agnóstico. Usted y todos los que quieran. Hay otros muchos que me llamarán no creyente, porque ellos también se lo llaman a sí mismos, porque perciben diferencias entre el agnosticismo y la ausencia de fe. Y no solo entre quienes conozco.
Dicho esto. Si se fija bien, yo no digo que ser ateo sea contradictorio.. Digo que la palabra ateo es una contradicción y luego hago preguntas. Preguntas que no contesto, para las que yo tengo mi respuesta, pero que prefiero no dar. Prefiero no dar, porque hay mucha literatura que disfrutar antes de responderlas. Intentar responderlas sería un sartenazo que no estoy dispuesto a dar.
Habla usted de fail. ¿No le parece aburrido decir esas cosas? ¿No le parece más divertido argumentar las ideas que adjetivarlas? Uno puede adjetivar los comportamientos, que son normalmente irrelevantes, divertidos, aburridos o insulsos. Pero ¿Las ideas, los pensamientos? ¿Vale de algo? Si usted explica por qué perdemos riqueza expresiva, por qué perdemos matices, por qué erramos al sustituir agnosticismo por ausencia de fe, quizá aprendamos mucho. Quizá no.
EA211. No tengo respuesta propia para sus preguntas. Lo que quiero decir es que no tengo opinión formada. Yo tiendo a creer que se trata del instinto de supervivencia. Aunque hay autores que niegan el instinto en el ser humano. ¿La verdad? Ni idea. Los motivos por los que los seres humanos nos comportamos como nos comportamos es una gran incógnita para mí.
F. Javier.
Gracias por el enlace. Lo he leído con todo el cuidado que soy capaz. Es seguro que no tengo la inteligencia o la capacidad suficiente para entenderlo como debiera entenderlo para que me inspire la fe. Lo leo y me quedo igual de frío que antes. En cambio, me emociona la poesía, la literatura, la pintura, el teatro y el amor hasta niveles que disfruto muchísimo, sin necesidad de creer en un dios, sea el que sea.
Todos los argumentos que aparecen en el texto que enlaza son posibles, pero no son demostraciones. Un dios omnipotente, usted lo sabe, podría incluso dar al traste con toda esa argumentación y hacerla inválida. Lo que quiero decir es que es inútil. Un dios omnipotente no se puede explicar. Buena parte de la argumentación me recuerda a la teoría de la semilla de mi padre.
Esa parte de aceptacion del misterio a la que hace referencia el principio del texto, ese don, a mí no hay ningún dios que me lo haya dado 🙂 Espero que no le preocupe mi falta de fe. A mí no me preocupa nada. Espero que no sea preocupante para los demás.
Es que no depende de como prefiera llamarlo yo, depende de que las cosas tienen nombres, y no me parece menos enriquecedor así. El ateismo es una cosa y el agnosticismo otra diferente. A mi me parece que vd. esta en el segundo grupo, pero vamos, que si prefiere estar en el primero por mi perfecto. Ademas vd. mismo dice después que no se considera ateo sino «no creyente», a veces pienso que le gusta trollearnos.
Para mi no es menos enriquecedor así (no me refiero a trollear, sino a llamar a las cosas por su nombre), solo mas conciso y certero.
Valmhö, me debo explicar muy mal.
No me considero ni agnóstico ni ateo, sino «no creyente».
Estimado Sr. Moltó:
Siento no poder estar de acuerdo con Vd. en nada de lo que dice, pero me parece realmente digno de elogio el que alguien como Vd. dedique tanto tiempo a una cuestión, cosa o ente inexistente. Naturalmente, respira Vd. por la herida, y deja a las claras cuál es la verdadera situación de su espíritu, mal que le pese… La búsqueda del sentido de la vida. Como no me considero yo maestro de cosa tan importante, me voy a permitir el citarle un par de breves textos que le pueden servir de aclaración, el primero de los cuales son las Cinco Vías de Santo Tomás de Aquino, egregio Doctor de la Iglesia. La segunda es más bien una cita. Pongo ambas cosas a continuación de la despedida. Que le aprovechen.
Saludos,
Antonio Mª Muñoz
1º) Las Cinco Vías para la Demostración de la Existencia de Dios de Santo Tomás de Aquino
Primera vía: El movimiento como actuación del móvil: Es cierto y consta por el sentido que en este mundo algunas cosas son movidas. Pero todo lo que es movido es movido por otro. Por tanto, si lo que mueve es movido a su vez, ha de ser movido por otro, y este por otro. Mas así no se puede proceder hasta el infinito… Luego es necesario llegar a un primer motor que no es movido por nada; y éste todos entienden que es Dios.
Segunda vía: Experiencia de un orden de causas eficientes: Vemos que en este mundo sensible existe un orden de causas eficientes; pero no vemos ni es posible que algo sea causa eficiente de sí mismo, porque de lo contrario sería anterior a sí mismo, lo cual es imposible. Ahora bien, no es posible que en el orden de causas eficientes se proceda hasta el infinito… Luego es necesario suponer una causa eficiente primera, que todos llaman Dios.
Tercera vía: La contingencia o limitación en el existir: Nos encontramos con cosas que tienen posibilidad de existir y de dejar de existir, pues algunas se engendran y se corrompen. Ahora bien, lo que tiene posibilidad de no existir alguna vez no existe. De ahí que si todas las cosas tuviesen esa posibilidad de no existir, alguna vez no habría existido nada, y por consiguiente ahora tampoco, pues de la nada no procede nada. Pero dado que ahora existe algo, es que no todas las cosas tienen posibilidad de existir y de no existir, que algo ha de ser necesario, y esto, en última instancia, es Dios.
Cuarta vía: Diversos grados de perfección en las cosas: Encontramos en este mundo cosas más o menos buenas, más o menos verdaderas, más o menos nobles, y otras cualidades así. Ahora bien, el más y el menos se dicen de cosas diversas según la diversa aproximación a lo que es máximo en ese orden. Por eso ha de haber algo que sea óptimo, nobilísimo, máximamente verdadero y, por consiguiente, máximo ser. Y como lo que es máximo en un género es causa de todo lo que se contiene bajo ese género, ha de haber un máximo ser causa de la bondad, de la verdad, de la nobleza y de las demás cualidades por el estilo; y este es Dios.
Quinta vía: El gobierno de las cosas: Vemos que algunas cosas que carecen de conocimiento, esto es, los cuerpos naturales, obran con intención de fin… Ahora bien, las cosas que no tienen conocimiento no tienden a un fin si no son dirigidas por algún cognoscente e inteligente. Luego existe algún ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a un fin; que es lo que llamamos Dios.
2º) PRINCIPIO Y FUNDAMENTO
Los Ejercicios Espirituales comienzan con una meditación sobre lo que Ignacio llama Principio y Fundamento. Dice en éste:
«El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su ánima; y las otras cosas sobre la haz de la tierra son criadas para el hombre, y para que le ayuden en la prosecución del fin para que es criado. De donde se sigue, que el hombre tanto ha de usar dellas, quanto le ayudan para su fin, y tanto debe quitarse dellas, quanto para ello le impiden. Por lo qual es menester hacernos indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío, y no le está prohibido; en tal manera, que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás; solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos criados.»
1. Fui creado para cantar las maravillas de la existencia, referir todo a mi creador y, finalmente, reflejar su gloria. Este cántico feliz que trae, expone, devela la gloria del Creador es mi tarea. Además es el medio para una consecuencia feliz: mi salvación. Es decir, el camino para la salvación es uno en el cual mi vida en todas sus facetas resplandece y habla de una gloria remitida a Dios. Nada menos que eso es el deseo de Dios para mi: que yo brille con su luz. Queda en evidencia y se propone de inicio lo bueno que es mi creador al brindarme un camino alegre, rico y abundante para mi salvación.
2. La bondad de mi Dios para conmigo es mayor aún según Ignacio. Tan lejos llega, que todo el mundo y lo que en él habita ha sido creado para ayudarme a mi fin. Esto es una declaración inmensamente poderosa y potenciadora. Todo existe para servirme. Con ésto el «y vió que era bueno» del Génesis se despliega ante mi como una realidad concreta y verdadera. El mundo y lo que hay en él es bueno. Cabe una advertencia sin embargo: no todo es necesariamente bueno y conveniente para mi propósito particular. Es por tanto mi responsabilidad, como ser libre, discernir qué ayuda y qué estorba mi salvación. El uso que hago de las cosas es por tanto lo que debo determinar. Mi responsabilidad es tomar buenas elecciones para vivir «salvado» y participar en la plenitud de mi creador.
3. Este planteamiento inicial, este pre-supuesto, es bellísimo. El hecho de postular de entrada y establecer como base que yo fui creado para mi propia salvación me parece extraordinario. Significa que éste que me creó deseó mi bienestar al concebirme y que fue mi bien parte integral de su proyecto para mí. Este Dios que concibe Ignacio, me lanzó desde la generosidad. Por tanto, me imagino a este Dios tejiéndome con infinita estima para luego arrojarme con sutileza hacia un destino bueno, un horizonte de felicidad donde se encuentra nuevamente el mismo Creador. Es decir, asumo como mio este bondadoso creador y de igual modo su designio positivo para mi. Entonces digo que yo fui producto, consecuencia, engendro, de una intención amorosa, que se cierra, o vierte sobre si misma, en el círculo de lo que Ignacio llama «salvación».
4. He de pedir la gracia de hacerme indiferente a tal punto que sólo haga uso de «las cosas» en tanto sean buenas para mi salvación. Deseo dejar entrar a mi vida (personas, actitudes o cosas) sólo aquello que «me salve».
Estimado Sr. Moltó:
Me permito hacerle algunas puntualizaciones, por si fueran de su interés.
· El número 99.9 (periodo) es igual a 100, la demostración matemática es muy sencilla pero la omito para salvar espacio. Según lo que dice, no deja la posibilidad a estar equivocado.
· La palabra de los hombres no tiene el poder de crear (al menos, la mía no). Sirvan como ejemplo los unicornios rosas (ballenas a cuadros): se pueden nombrar cosas que no existen, y por supuesto nombrarlas para decir que no existen.
· Usted está convencido de que un Papa moderno no puede creer en los milagros, yo estoy convencido de que sí puede. Conozco, como su amigo, a gente intelectualmente poderosa capaz de creer; deduzco por su convencimiento que usted, o bien no conoce gente así, o bien no les da credibilidad cuando le dicen que creen en los milagros (en otro caso, sabría que se puede creer). Yo personalmente lamentaría cualquiera de las dos cosas.
Un saludo.
PS: Me parecen tremendamente acertadas las citas de Antonio Mª Muñoz, y se las agradezco.
Si en alguna ocasión se me presenta alguna duda existencial solo tengo que leer (más bien dejar de leer) comentarios como el #7 para disiparla por completo.
PD: Me parece que ha abierto la puerta al anticristo, jajaja… hay que reconocer que no les falta moral a estos evangelizadores!
Vale, yo es que como la entrada se titula como se titula pues igual malinterprete. De todos modos es vd. un agnosticazo de libro, no pasa nada por serlo. Y se puede discutir todo, pero si empezamos a discutir el significado básico de las palabras la cosa va a ser poco productiva.
Por lo demas ole por quien pone a s. Ignacio de Loyola a la misma altura intelectual que las vías tomistas, uff.
Antonio Mª Muñoz. ¿Por qué cree que habría de pesarme buscarle sentido a la vida? A mí eso no me pesa nada. Me hacen gracia esos juicios de valor o de intenciones o de estados de ánimo. Me parecen inútiles, pero graciosos. También me parece gracioso lo de respirar por la herida. Esas frases hechas ¿le parece a usted que tienen algún contenido?
Gracias por copiarme textos conocidos. Los releeré. No me canso nunca de leer y releer.
CM. conozco esa demostración. Me la enseñaron muchas veces. Pero el periodo tiene siempre otra dimensión, la del tiempo 🙂 ¿Cuánto se tarda en llenar los infinitos nueves para que se den las condiciones de la demostración? Cuando me vaya acercando al infinito probablemente muera, por lo que aun quedará un pequeño espacio para la duda.
Dicho esto, es muy cierto: No veo ninguna posibilidad de que esa existencia de un dios sea mínimamente probable. Ninguna. Si yo me dedicara a investigar, no dedicaría el tiempo de mis investigaciones a ese campo. No veo el menor de los indicios que me empujen por ese campo. Pero usted sabe, como yo, que puedo estar equivocado. 🙂
¿Que la palabra de los hombres no tiene el poder de crear? Eso no baja usted y se lo dice a los escritores, filósofos y psicólogos de los últimos dos siglos. Miles de libros hay sobre eso.
-Efectivamente, no le doy credibilidad a nada. Ya le digo que soy no creyente. 🙂 Pero hay una tercera posibilidad. Que mi capacidad intelectual sea insuficiente para comprender qué significa creer. Seguramente ese es mi problema. No entiendo a qué se refieren. ¿Cuando alguien dice que cree en los milagros, qué está diciendo? Yo no entiendo ni siquiera qué me están diciendo. Seguramente no he conseguido encontrar ningún texto que explique bien a qué se refieren, dada mi capacidad neuronal. Pero si a lo que se refieren es a actos que contravienen las leyes de la física que conocemos, las leyes de la naturaleza que conocemos, lo que tenemos que hacer es cambiar las leyes. Si a lo que se refieren es a que un enfermo que no veía ahora ve, milagros de esos hacen los médicos todos los días.
En cualquier caso, no hay nada que lamentar, me parece a mí. No sé qué es exactamente lo que lamenta ni qué significa que lo lamenta ¿le duele, le hace sufrir, le entristece…? Si es cualquiera de esos factores, no creo ser merecedor de esos sentimientos. Yo no me veo falto de nada.
Valmohö. Soy un agnosticazo de libro. Perfecto. ¿Agnóstico y agnosticazo significan lo mismo? El significado básico de muchas palabras cambia todos los días. Esa es una de las suertes del lenguaje, que es un ente en constante cambio. Cada palabra nueva, cada significante nuevo, recoloca al resto de significados. A mí me parece maravilloso que usted piense que yo soy un agnosticazo de libro. Yo prefiero acomodarme un poco más a gusto y remover escollos. Agnóstico no me suena mal, pero en «no creyente» me siento más cómodo. Me parece que se acerca más a lo que yo siento en mi ser. ¿Usted no se siente cómodo llamándome «no creyente»? Perfecto. Pues llámeme agnosticazo. Hay quien me llama Jaime. Y hasta Francisco. Y hay quien me llama inteligente. Pues seré inteligente y agnosticazo. Whay nod?
Sr. Moltó,
Buenos reflejos con los nueves ;-). Me resulta curioso que diga en el mismo párrafo que no ve ninguna posibilidad, pero que sabe que podría estar equivocado; parece que entonces debería ver la posibilidad de estar equivocado, aunque quizá sea algo especialmente esquivo.
Respecto al poder de crear, tiene toda la razón. No creo que nadie (ateos o creyentes) discuta que Dios existe como concepto, basta con ir a la RAE para ver que existe como concepto (como idea, como creencia, como invención, como mito…, lo que quiera).
Lo que veo claro es que, por el mero hecho de que algo tenga un nombre, no pasa a existir (en el sentido, mentando a la RAE de nuevo, de ser real o verdadero, incluso, de tener vida, que es lo que, al menos en el catolicismo, se cree).
Respecto a lo que significa creer, le doy mi visión del asunto, por si le sirve. En el caso de los milagros, se cree que Dios viola las leyes de la naturaleza, no las leyes con las que el hombre modela la naturaleza (susceptibles de ser erróneas, y corregidas), sino las de la naturaleza en sí misma. Creer en un milagro es creer que hay algo por encima de todo, incluyendo la naturaleza, y que por tanto no está atado por sus leyes, juega en otra liga, hace lo que quiere. No que no se entienda lo que hace, o cómo lo hace, o cómo la naturaleza lo permite, simplemente que lo hace aunque la naturaleza no lo permita. Es una explicación tosca, pero lo mismo le ayuda a entender la postura de alguien que crea. Por supuesto, creer en milagros es fácil, ya que es creer en las leyes que modelan la naturaleza, las que rigen la naturaleza pero aún no se entienden, y en una cláusula abusiva de que llegado el momento Dios podría hacer lo que quisiera, que para eso es el dueño :-P.
No lo lamento, lo lamentaría, me alegro de que no se vea (y espero esté) falto de nada.
Yo lamentaría no poder dar credibilidad a nadie, no lamento que usted no pueda (salvo que usted lo lamente, que entonces lo lamentaría un poco por solidaridad, y porque disfruto de su trabajo).
Muchas gracias por haber contestado, un saludo.
CM. Muchísimas gracias por su respuesta, por hacer el esfuerzo de intentar entenderme y de intentar que yo entienda lo que siente usted. También por jugar con los juegos de palabras que creamos y con los que creemos en el futuro 🙂
Sobre la convicción y la puerta a la equivocación. La posibilidad de estar equivocado es intrínseca a mi pensamiento. No veo cómo sacarla de en medio. Siempre cabe esa posibilidad. También en el caso de la existencia de un dios. Yo no atisbo por dónde puede venir mi error. No atisbo por qué puedo estar equivocado. Tengo el convencimiento absoluto de que no hay dios que exista. Pero, ¿descarto la posibilidad de que venga alguien y me demuestre que estoy equivocado? De ninguna manera.
¿Descarto la posibilidad de que venga alguien y me demuestre que el primer principio de la termodinámica está equivocado? No la descarto. Estoy convencido de que no pasará. Sé que no pasará. Pero, sé, racionalmente, que siempre existe la posibilidad de que yo esté equivocado.
Es, si quiere, una posición intelectual. Una posición de no descartar la alternativa, metódicamente. Ninguna verdad tiene por qué ser la última. La ley de la gravedad. Hasta que algún día soltemos un cuerpo y no se caiga. ¿Ocurrirá? No. ¿Existe la posibilidad de que ocurra? No soy capaz de negarlo. Hasta hoy no ha ocurrido nunca.
Espero haberme explicado. No es exactamente la duda metódica. Quizá el escepticismo metódico. Casi lo mismo.
Lo de los milagros tiene un problema radical, de raíz. La Iglesia es juez y parte. Le interesa que existan los milagros. a esto se le llama separación de poderes. ¿Por qué no dejan investigar a científicos expertos en la materia, con tribunales y revisión p2p? Por qué no se utiliza el método científico, un tribunal independiente, para determinar si se ha producido milagro o no.
Dicho esto y usted lo dice claramente, las leyes que dibujan los hombres son susceptibles de no interpretar correctamente la naturaleza. Por eso mismo, lo que se interpreta como un milagro puede no ser más que un error de la ley física que el hombre ha pergeñado.
¿Lo hace aunque la naturaleza no lo permita? Si lo hace es porque la naturaleza lo permite, y esa es la prueba. Con una basta. La expresión de «La excepción que confirma la regla» es un disparate. La excepción lo que hace es demostrar que la regla, la norma, la ley que pensábamos que describía correctamente el entorno no es válida.
Otra cosa es lo que dice al final. Pueden ocurrir sucesos que no entendemos. A mí me pasa todos los días. Hay millones de cosas que no sé explicar. (El milagro sería que las entendiera 🙂 )
Lo único que lamentaría, ahora, es que no hubiéramos sido capaces de llegar a este punto de entendimiento y disfrutar intentando entender al otro. No siempre es posible conseguirlo y no pasa nada por eso. ¿Cuál es el problema de no entenderse? Ninguno. Tengo muchas limitaciones como para entender a otras personas. Pero disfruto el esfuerzo de intentarlo.
Muchas gracias.
Decía Erich Fromm:
«¿Está muerto Dios? La pregunta tiene que dividirse en dos aspectos: ¿ha muerto el concepto de Dios, o ha muerto la experiencia a la que alude el concepto, y el valor supremo que ella expresa? […] Si lo que queremos preguntar es si la experiencia está muerta , entonces sería mejor que planteáramos la pregunta de si el hombre ha muerto. […] Si el hombre continúa en esa dirección, morirá él mismo, y el problema de Dios, como concepto o como símbolo poético del más alto valor dejará de ser un problema.»
Y añadía: La posición ateísta predominante en el siglo XIX sufre de la misma distorsión que la posición teística: asigna importancia primordial al concepto de Dios, y no a los valores que éste simboliza. El ateísmo fue esencialmente una declaración de independencia respecto del principio soberano supremo, más que una respuesta al problema espiritual del hombre.
Pregunto. ¿Ha muerto el hombre? Si la respuesta es negativa. ¿Existe un problema espiritual el hombre actual? ¿Existe una consciencia de este problema o reina la inconsciencia?
Por cierto, el artículo está escrito (no es una crítica, sino de alguien que ha crecido en una determinada cultura y de eso nadie se libra) desde un punto de vista cristiano. Porque habla del Dios cristiano. En el Budismo existen Dioses, pero el ser humano puede superarlos, abandonando todo tipo de deseo (incluso el deseo a existir)
Concepto, que si existe o no, la religión, la guerra, el cielo el infierno, milagros que si los el papa los cree o no cree. Dice el señor Moltó : y le preguntaba si de verdad cree que el Papa cree en los milagros o si le parecía que su profesión de fe es una impostura para sostener un negocio, un Estado.
Es curioso que un no creyente le pregunte a un exjesuita de si el papa cree o no cree en los milagros. Sinceramente, poco o nada me dice que lo crea o deje creer el papa. Eso no va resolver ni mis dudas, ni mis creencias, ni mis verdades ni mis engaños. Me importa más que puede ser como hombre, igual que me importa más que puede ser usted (u otr@ cualquiera) como persona.
¿No estará buscando en lo más fondo de usted y, quizás inconscientemente, algo? Si cree que una de las razones por las que una persona cree es por miedo, quizás deba preguntarse y reflexionar acerca de esa persona.
¿Acaso es la misma forma de creer la de un narcotraficante que mata y asesina e intenta comprar con donaciones ostentosas «el favor divino» o la de otra persona cualquiera? Evidentemente no. Uno busca una protección (un guardaespaldas omnipotente) para compensar su conducta antihumana. La otra persona… puede buscar cualquier cosa. El problema de la experiencia de Dios es una enorme X. Y dicho problema no puede afrontarse con conceptos sino con actitud.
Antonio Mª Muñoz desde el respeto, entiendo que el Sr. Tomás de Aquino fuera una eminencia en el siglo XIII, pero demostrar la evidencia de que dios existe citando a una persona de una era que ni siquiera América fue descubierta y el sol giraba alrededor de la tierra, es cuanto menos curioso y más curioso aún que usted las crea y las de como hecho en pleno siglo XXI.
– El que la ciencia no sea capaz de explicar algo, no significa que necesariamente haya sido creada por un ser superior, quizás es que todavía no tenemos las matemáticas suficientes para demostrarlo, de momento, según se ha ido avanzando en física y en matemáticas, más cosas hemos sido capaces de comprender y de dejar de atribuir a un deseo o acción de un ente superior. Solo en el último año se ha logrado demostrar de la existencia del Bosón de Higgs o del Big Bang!
Nada como un video de Neil deGrasse Tyson hablando acerca del diseño inteligente:
https://www.youtube.com/watch?v=pwCt7WWiPXA
En el texto del artículo, cuando se describe el infierno musulmán, hay algo importante y que tiene mas repercusión de la que parece. Se supone que si eres creyente pero pecador, sufres tu penitencia en el infierno pero eventualmente podrás ir al paraiso. Pero si eres un no creyente…ahí estás jod… te quedarás ahí para siempre.
Muy bien, ahora me pregunto, un niño pequeño, de una selva indígena de Sudamérica, que no tiene conocimiento del islam, si por casualidad muere, irá al infierno por la eternidad sí o sí. Totalmente procedente de un dios piadoso y justo (no te digo que existo pero si no crees en mí, al hoyo). Casualmente algo parecido ocurre con el catolicismo y bueno… en general con el resto de religiones (exceptuando el budismo y otras…).
Además sería un poco inocente por nuestra parte sabiendo que en el mundo hay mas de 1000 religiones diferentes y verdaderas todas ellas, la mía es la buena, sin absolutamente nada que pueda probar para demostrarlo.
Y siento decirle Antonio Mª, que usted si profesa una religión, hay muchísimas probabilidades que sea porque el lugar donde ha nacido y/o sus ascendientes son de esa religión, no porque de repente un dios le haya iluminado y guiado el camino, está totalmente condicionado.
Si algo nos ha hecho destacarnos entre el resto de animales en el planeta, es el hecho de cuestionarnos las cosas, nuestra civilización es gracias a que hubo gente que se preguntó por qué ocurren ciertas cosas, como funcionan y así poder controlarlo, no fue un eclesiástico el que nos llevó a la luna…
Buenas tardes,
Pues al principio me resistí a leer la entrada por considerarla, un debate muy extenso y fuera de lugar, pero…. me atrapa usted señor Moltó.
No tengo nada que decir a sus planteamientos, estoy de acuerdo con usted, aunque yo como el Jesuita que cita, sí creo y vivo en la creencia de que hay un Dios, no el católico, ni el musulmán, ni el indú, ni tan siquiera el budista, creo en una «Divina Unidad» de una forma cercana a lo que creen los aborigenes australianos ( les recomiendo leer «Las voces del desierto» ) pero, a lo que vamos.
Lo que me ha motivado a escribir, ha sido su parrafo sobre el sentido de la vida, yo tampoco veía un sentido como tal a mi existencia ni a la de los demás, pero solo a modo de ejemplo y si ustedes me lo permiten he de expresar, que mi vida tiene ahora un sentido al que me dedico con todas las fuerzas que tengo, mis hijos.
Típico, pero, que les puedo decir, creo que el verdadero sentido de la vida de todo ser vivo es reproducirse, y perpetuar la especie, de hecho todos los seres vivos de este planeta lo hacen, esto es lo que creo, una fuerza natural que nos empuja a todos los seres vivos. Esto no quiere decir que los que racionalmente han decidido no reproducirse sean «malos» o estén equivocados, no juzgo, solo expongo mis creencias, aunque inevitablemente ustedes se sentirán juzgados, que es la madre del cordero de este asunto, pedir que no me juzguen es un ejercio futil e ingenuo, por eso me retracto, de alguna manera, les juzgo, como ustedes a mí, es inevitable, pero me gusta mucho leerles, reirme con ustedes y/o de ustedes y juzgar y sentirme juzgado, ¿no es de lo que se trata?
Un saludo
Para el autor del post previo a éste: «El sexo es el engaño que la especie hace al individuo»
Es para pensárselo…
Sr. Moltó: Yo tengo una experiencia personal de la Persona de Jesucristo. De hecho, hablo con él continuamente, casi sin darme cuenta… ¡Y lo mejor es que veo que me escucha! No se haga ilusiones, no acabo de salir de ningún frenopático, y me encuentro relativamente bien de salud. Simplemente tengo la suerte de tener Fe, y no me importa mucho el qué dirán. Y si se plantea algo así como el famoso «Dios no existe, disfruta y vive la vida» le diré que nada más terrorífico que vivir atenazado por el temor a la muerte sin esperanza alguna. ¿Qué quedará de Vd. cuando muera, Sr. Moltó, una serie de artículos periodísticos supuestamente sesudos en la memoria caché de algún remoto ordenador oxidado? ¿Por qué trata de espantar ese miedo en lugar de superarlo? ¿No se da cuenta de que la Vida Eterna comienza aquí cuando nos convertimos? Créame, la Fe la concede Dios a quien se la pide honestamente. Y se lo digo de periodista/empresario del motor a periodista/empresario del motor. Vaya, que así considerado, todo queda en casa…
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
PRIMERA PARTE
LA PROFESIÓN DE LA FE
SEGUNDA SECCIÓN:
LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA
CAPÍTULO PRIMERO
CREO EN DIOS PADRE
ARTÍCULO 1
«CREO EN DIOS, PADRE TODOPODEROSO,
CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA»
Párrafo 6
EL HOMBRE
355 «Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó» (Gn 1,27). El hombre ocupa un lugar único en la creación: «está hecho a imagen de Dios» (I); en su propia naturaleza une el mundo espiritual y el mundo material (II); es creado «hombre y mujer» (III); Dios lo estableció en la amistad con él (IV).
I «A imagen de Dios»
356 De todas las criaturas visibles sólo el hombre es «capaz de conocer y amar a su Creador» (GS 12,3); es la «única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma» (GS 24,3); sólo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón fundamental de su dignidad:
«¿Qué cosa, o quién, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella; por amor lo creaste, por amor le diste un ser capaz de gustar tu Bien eterno» (Santa Catalina de Siena, Il dialogo della Divina providenza, 13).
357 Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar.
358 Dios creó todo para el hombre (cf. GS 12,1; 24,3; 39,1), pero el hombre fue creado para servir y amar a Dios y para ofrecerle toda la creación:
«¿Cuál es, pues, el ser que va a venir a la existencia rodeado de semejante consideración? Es el hombre, grande y admirable figura viviente, más precioso a los ojos de Dios que la creación entera; es el hombre, para él existen el cielo y la tierra y el mar y la totalidad de la creación, y Dios ha dado tanta importancia a su salvación que no ha perdonado a su Hijo único por él. Porque Dios no ha cesado de hacer todo lo posible para que el hombre subiera hasta él y se sentara a su derecha» (San Juan Crisóstomo, Sermones in Genesim, 2,1: PG 54, 587D – 588A).
359 «Realmente, el el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado» (GS 22,1):
«San Pablo nos dice que dos hombres dieron origen al género humano, a saber, Adán y Cristo […] El primer hombre, Adán, fue un ser animado; el último Adán, un espíritu que da vida. Aquel primer Adán fue creado por el segundo, de quien recibió el alma con la cual empezó a vivir […] El segundo Adán es aquel que, cuando creó al primero, colocó en él su divina imagen. De aquí que recibiera su naturaleza y adoptara su mismo nombre, para que aquel a quien había formado a su misma imagen no pereciera. El primer Adán es, en realidad, el nuevo Adán; aquel primer Adán tuvo principio, pero este último Adán no tiene fin. Por lo cual, este último es, realmente, el primero, como él mismo afirma: «Yo soy el primero y yo soy el último»». (San Pedro Crisólogo, Sermones, 117: PL 52, 520B).
360 Debido a la comunidad de origen, el género humano forma una unidad. Porque Dios «creó […] de un solo principio, todo el linaje humano» (Hch 17,26; cf. Tb 8,6):
«Maravillosa visión que nos hace contemplar el género humano en la unidad de su origen en Dios […]; en la unidad de su naturaleza, compuesta de igual modo en todos de un cuerpo material y de un alma espiritual; en la unidad de su fin inmediato y de su misión en el mundo; en la unidad de su morada: la tierra, cuyos bienes todos los hombres, por derecho natural, pueden usar para sostener y desarrollar la vida; en la unidad de su fin sobrenatural: Dios mismo a quien todos deben tender; en la unidad de los medios para alcanzar este fin; […] en la unidad de su Redención realizada para todos por Cristo (Pío XII, Enc. Summi Pontificatus, 3; cf. Concilio Vaticano II, Nostra aetate, 1).
361 «Esta ley de solidaridad humana y de caridad (ibíd.), sin excluir la rica variedad de las personas, las culturas y los pueblos, nos asegura que todos los hombres son verdaderamente hermanos.
II “Corpore et anima unus”
362 La persona humana, creada a imagen de Dios, es un ser a la vez corporal y espiritual. El relato bíblico expresa esta realidad con un lenguaje simbólico cuando afirma que «Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente» (Gn 2,7). Por tanto, el hombre en su totalidad es querido por Dios.
363 A menudo, el término alma designa en la Sagrada Escritura la vida humana (cf. Mt 16,25-26; Jn 15,13) o toda la persona humana (cf. Hch 2,41). Pero designa también lo que hay de más íntimo en el hombre (cf. Mt 26,38; Jn 12,27) y de más valor en él (cf. Mt 10,28; 2M 6,30), aquello por lo que es particularmente imagen de Dios: «alma» significa el principio espiritual en el hombre.
364 El cuerpo del hombre participa de la dignidad de la «imagen de Dios»: es cuerpo humano precisamente porque está animado por el alma espiritual, y es toda la persona humana la que está destinada a ser, en el Cuerpo de Cristo, el templo del Espíritu (cf. 1 Co 6,19-20; 15,44-45):
«Uno en cuerpo y alma, el hombre, por su misma condición corporal, reúne en sí los elementos del mundo material, de tal modo que, por medio de él, éstos alcanzan su cima y elevan la voz para la libre alabanza del Creador. Por consiguiente, no es lícito al hombre despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, tiene que considerar su cuerpo bueno y digno de honra, ya que ha sido creado por Dios y que ha de resucitar en el último día» (GS 14,1).
365 La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma como la «forma» del cuerpo (cf. Concilio de Vienne, año 1312, DS 902); es decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente; en el hombre, el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza.
366 La Iglesia enseña que cada alma espiritual es directamente creada por Dios (cf. Pío XII, Enc. Humani generis, 1950: DS 3896; Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 8) —no es «producida» por los padres—, y que es inmortal (cf. Concilio de Letrán V, año 1513: DS 1440): no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se unirá de nuevo al cuerpo en la resurrección final.
367 A veces se acostumbra a distinguir entre alma y espíritu. Así san Pablo ruega para que nuestro «ser entero, el espíritu […], el alma y el cuerpo» sea conservado sin mancha hasta la venida del Señor (1 Ts 5,23). La Iglesia enseña que esta distinción no introduce una dualidad en el alma (Concilio de Constantinopla IV, año 870: DS 657). «Espíritu» significa que el hombre está ordenado desde su creación a su fin sobrenatural (Concilio Vaticano I: DS 3005; cf. GS 22,5), y que su alma es capaz de ser sobreelevada gratuitamente a la comunión con Dios (cf. Pío XII, Humani generis, año 1950: DS 3891).
368 La tradición espiritual de la Iglesia también presenta el corazón en su sentido bíblico de «lo más profundo del ser» «en sus corazones» (Jr 31,33), donde la persona se decide o no por Dios (cf. Dt 6,5; 29,3;Is 29,13; Ez 36,26; Mt 6,21; Lc 8,15; Rm 5,5).
III “Hombre y mujer los creó”
Igualdad y diferencia queridas por Dios
369 El hombre y la mujer son creados, es decir, son queridos por Dios: por una parte, en una perfecta igualdad en tanto que personas humanas, y por otra, en su ser respectivo de hombre y de mujer. «Ser hombre», «ser mujer» es una realidad buena y querida por Dios: el hombre y la mujer tienen una dignidad que nunca se pierde, que viene inmediatamente de Dios su creador (cf. Gn 2,7.22). El hombre y la mujer son, con la misma dignidad, «imagen de Dios». En su «ser-hombre» y su «ser-mujer» reflejan la sabiduría y la bondad del Creador.
370 Dios no es, en modo alguno, a imagen del hombre. No es ni hombre ni mujer. Dios es espíritu puro, en el cual no hay lugar para la diferencia de sexos. Pero las «perfecciones» del hombre y de la mujer reflejan algo de la infinita perfección de Dios: las de una madre (cf. Is 49,14-15; 66,13; Sal 131,2-3) y las de un padre y esposo (cf. Os 11,1-4; Jr 3,4-19).
“El uno para el otro”, “una unidad de dos”
371 Creados a la vez, el hombre y la mujer son queridos por Dios el uno para el otro. La Palabra de Dios nos lo hace entender mediante diversos acentos del texto sagrado. «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada» (Gn 2,18). Ninguno de los animales es «ayuda adecuada» para el hombre (Gn 2,19-20). La mujer, que Dios «forma» de la costilla del hombre y presenta a éste, despierta en él un grito de admiración, una exclamación de amor y de comunión: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne» (Gn 2,23). El hombre descubre en la mujer como un otro «yo», de la misma humanidad.
372 El hombre y la mujer están hechos «el uno para el otro»: no que Dios los haya hecho «a medias» e «incompletos»; los ha creado para una comunión de personas, en la que cada uno puede ser «ayuda» para el otro porque son a la vez iguales en cuanto personas («hueso de mis huesos…») y complementarios en cuanto masculino y femenino (cf. Mulieris dignitatem, 7). En el matrimonio, Dios los une de manera que, formando «una sola carne» (Gn 2,24), puedan transmitir la vida humana: «Sed fecundos y multiplicaos y llenad la tierra» (Gn 1,28). Al trasmitir a sus descendientes la vida humana, el hombre y la mujer, como esposos y padres, cooperan de una manera única en la obra del Creador (cf. GS 50,1).
373 En el plan de Dios, el hombre y la mujer están llamados a «someter» la tierra (Gn 1,28) como «administradores» de Dios. Esta soberanía no debe ser un dominio arbitrario y destructor. A imagen del Creador, «que ama todo lo que existe» (Sb 11,24), el hombre y la mujer son llamados a participar en la providencia divina respecto a las otras cosas creadas. De ahí su responsabilidad frente al mundo que Dios les ha confiado
IV El hombre en el paraíso
374 El primer hombre fue no solamente creado bueno, sino también constituido en la amistad con su creador y en armonía consigo mismo y con la creación en torno a él; amistad y armonía tales que no serán superadas más que por la gloria de la nueva creación en Cristo.
375 La Iglesia, interpretando de manera auténtica el simbolismo del lenguaje bíblico a la luz del Nuevo Testamento y de la Tradición, enseña que nuestros primeros padres Adán y Eva fueron constituidos en un estado «de santidad y de justicia original» (Concilio de Trento: DS 1511). Esta gracia de la santidad original era una «participación de la vida divina» (LG 2).
376 Por la irradiación de esta gracia, todas las dimensiones de la vida del hombre estaban fortalecidas. Mientras permaneciese en la intimidad divina, el hombre no debía ni morir (cf. Gn 2,17; 3,19) ni sufrir (cf. Gn 3,16). La armonía interior de la persona humana, la armonía entre el hombre y la mujer (cf. Gn 2,25), y, por último, la armonía entre la primera pareja y toda la creación constituía el estado llamado «justicia original».
377 El «dominio» del mundo que Dios había concedido al hombre desde el comienzo, se realizaba ante todo dentro del hombre mismo como dominio de sí. El hombre estaba íntegro y ordenado en todo su ser por estar libre de la triple concupiscencia (cf. 1 Jn 2,16), que lo somete a los placeres de los sentidos, a la apetencia de los bienes terrenos y a la afirmación de sí contra los imperativos de la razón.
378 Signo de la familiaridad con Dios es el hecho de que Dios lo coloca en el jardín (cf. Gn 2,8). Vive allí «para cultivar la tierra y guardarla» (Gn 2,15): el trabajo no le es penoso (cf. Gn 3,17-19), sino que es la colaboración del hombre y de la mujer con Dios en el perfeccionamiento de la creación visible.
379 Toda esta armonía de la justicia original, prevista para el hombre por designio de Dios, se perderá por el pecado de nuestros primeros padres.
Resumen
380 «A imagen tuya creaste al hombre y le encomendaste el universo entero, para que, sirviéndote sólo a ti, su Creador, dominara todo lo creado» (Misal Romano, Plegaria eucarística IV, 118).
381 El hombre es predestinado a reproducir la imagen del Hijo de Dios hecho hombre —»imagen del Dios invisible» (Col 1,15)—, para que Cristo sea el primogénito de una multitud de hermanos y de hermanas (cf. Ef 1,3-6; Rm 8,29).
382 El hombre es corpore et anima unus («una unidad de cuerpo y alma») (GS 14,1). La doctrina de la fe afirma que el alma espiritual e inmortal es creada de forma inmediata por Dios.
383 «Dios no creó al hombre solo: en efecto, desde el principio «los creó hombre y mujer» (Gn 1,27). Esta asociación constituye la primera forma de comunión entre personas» (GS 12,4).
384 La revelación nos da a conocer el estado de santidad y de justicia originales del hombre y la mujer antes del pecado: de su amistad con Dios nacía la felicidad de su existencia en el paraíso.
Ven como es para reírse?
Gracias SR. Muñoz
Es muy bonito creer que después de la vida hay otra mucho mejor que esta, pero por el mero hecho de creer, no va a garantizar que exista, quiero decir, que si existe perfecto, pero si no, por mucho que crea no lo va a hacer realidad.
La Fe es el mejor invento que se ha ingeniado la iglesia junto al infierno para amasar fieles. Es decir, cree en absolutamente todo lo que yo te diga sin cuestionarte nada, y como no lo creas vas a estar sufriendo toda la eternidad…
El principal problema que tiene el ser humano es que se va a morir y lo sabe, y se agarra a lo que sea para negarlo, yo lo tengo asumido, soy un animal como el resto de este planeta, mas evolucionado sí, y con capacidad de raciocinio, pero iré al mismo cielo o infierno que cualquier cucaracha de alcantarilla.
Me temo que estoy en desacuerdo sobre el que me aterre el saber que no hay nada después de la vida, porque yo pienso precisamente lo contrario, tengo que vivir intensamente en esta vida y disfrutar de cada día porque estoy seguro que es la única que hay, y desde luego no viviré aterrado por si no hago algo como dicta un dios y luego me paso la eternidad en el infierno, eso si me daría miedo.
¿de verdad que no tiene ninguna duda y acepta como verdadero todo lo que dicen las sagradas escrituras?, ¿ni una sola?, ¿todo ocurrió de verdad?, ¿o solo me quedo con lo que me interesa o es medianamente aceptable éticamente hablando en esta época?
Siempre me pregunto porqué ha de tener sentido la vida, en el fondo no somos tan importantes como para que tenga que tenerlo, solo somos unos monos pelados venidos a mas que estamos aquí y ahora. Para mi abuela, que me llamo hereje cariñosamente cuando le dije hace un eones que era ateo, el sentido de la vida viene a ser ir a misa a socializar y esperar que haya algo después de que se muera, la perspectiva de que no haya nada le da vértigo, prefiere pensar que lo hay. Para el sr. Tronco es mas bien el hecho de perpetuar la especie, se piensa a si mismo como integrante de una larga serie de homo sapiens que intenta ganarle una carrera al infinito; antes o después todo se extingue, los dinosaurios, el lince ibérico, las estrellas… es una carrera perdida de antemano, un hamster corriendo en una rueda dentro de su jaula.
En el fondo no somos mas que una combinación de átomos que da un resultado con una inteligencia suficiente como para tener autoconciencia y manipular e interactuar con nuestro entorno mas y mejor que el resto de animales. También somos capaces de elaborar pensamientos y sistemas de pensamiento complejos, no hay mas que ver todo lo que se ha escrito al respecto de dios (que como idea es fascinante, a quien se le ocurriría?. Pero por lo demás somos átomos, igual que una sardina que nada en el mar. ¿Tiene sentido la vida de la sardina? No veo por que la nuestra ha de tenerlo.
@19.- ¡Animo! Esta a punto de salvar a algún infiel de arrojarse, sin saberlo, al caldero de satán.
Antonio Mª Muñoz
¿Por qué va a importarle el que dirán de su Fe? Me parece muy lógico que no le importe nada. Yo le animo a que la siga teniendo y a que la disfrute.
Se cuestiona sobre mí, sobre mi posible «temor a la muerte sin esperanza alguna». Y le contesto una vez más que no entiendo su frase. ¿Esperanza de qué? A mí me encanta la idea de la muerte que yo tengo. Todo se acaba y ni me entero. Ni pienso, ni sufro, ni na. ¿Maravilloso. Durante muchos millones de años todos los componentes de mis células inexistentes han vivido dispersos en el mundo sin consciencia de nada (más o menos como dice Valmhö). Durante unos años la casualidad ha hecho que se junten y que formen mi cuerpo. Pasados unos años, ese cuerpo desaparecerá y volverá al estado anterior de disgregación, sin consciencia alguna. Ni sientes ni padeces, al igual como ha sido durante millones de años de existencia del planeta. ¿Qué me puede dar miedo de eso?
Yo sé que no existe el cielo (con todas las cauciones posibles a mi sentido del conocimiento). Pero si existiera, yo no querría ir ni harto de vino. ¿La vida eterna? Menudo coñazo (con perdón).
¿Qué quedará de mí cuando muera? Absolutamente nada.
Lo de los artículos periodísticos me parece una broma de mal gusto. Me dan ganas de borrarlos todos ahora mismo. No hace falta borrarlos, porque no cuando me muera sino pasado mañana ya nadie se interesaría por ellos si no siguiéramos escribiendo cosas de actualidad día a día en km77.com.
Yo sé que ni ese Dios a que usted escribe con mayúsculas ni ningún otro existen. No le puedo pedir nada a la nada. Pero le voy a decir una cosa, si algo así existiera, lo que yo le pediría es que se olvidara de mí, que me dejara en paz. ¿Alguien que está pendiente de ti toda tu vida y toda la eternidad? La sola idea me da repelús. Menudo coñazo (de nuevo con perdón).
carlos tronco.
Me interesa lo que dice usted de que inevitablemente nos sentiremos juzgados. No puedo hablar por los demás, pero ¿por qué iba a ser así?
Usted opta por tener hijos y le dan sentido a su vida. Encuentra algo que le da sentido a la vida. ¿Los demás vamos a sentirnos juzgados por su hallazgo? Su hallazgo es maravilloso y para mí es maravilloso que lo encuentre. Que todos los demás encuentren su sentido o su falta de sentido de la vida. Perfecto.
Yo opino que la vida no tiene ningún sentido. Ni me hace sufrir ni me hace feliz. Ese convencimiento tiene efecto neutro sobre mí. Mientras estoy aquí, disfruto de las personas a las que quiero. ¿Necesito algo más para estar feliz? No.
¿Nos tenemos que juzgar unos a otros? A mí me gustaría que no. Lo que me gustaría es que cada uno viviéramos como nos dé la gana sin interferir en la vida de los demás.
A mí no me importa nada que me juzguen (mientras no se empeñen en hacerme saber que me juzgan y cuál es el resultado de ese juicio, porque es una pesadez). Lo que me importa es que hagan leyes en las que me obliguen a un comportamiento moral determinado. Por ejemplo, la eutanasia. Eso me parece que merece la revolución.
@18
Se que no va a servir para nada pero… porqué piensan los creyentes que son tan importantes dentro el universo que incluso han de tener un dios para que cuide de ellos? (ah, pero solo de ellos y que castigue a los infieles; es que me entra la risa floja…)
Sr. Antonio, no será que tienen tanto miedo que necesitan convencer a los demás para poder creerse sus propias mentiras?
Somos inmortales, sí, pero como materia, no como seres o como almas que vagan por el universo.
Voy a hacer un ejercicio de fe, tal como os gusta a vosotros, aunque se que será inutil. Mire el siguiente vídeo con atención y luego dígame si es capaz de seguir sintiendose tan importante:
http://youtu.be/qENvV_MAJL8
.
PD: Lea a Carl Sagan (o a los hermanos Grimm si lo prefiere) y tire la Biblia a la basura.
Las leyes siempre son morales, la moral y el derecho es algo muy parecido, solo que el segundo tiene rango de ley y, por lo tanto, es de obligado cumplimiento. Lo que pasa es que hay cosas en las que casi todo el mundo esta de acuerdo (no robar, no matar…) y otras que son mas peliagudas. En el ejemplo de la eutanasia, donde no tengo datos para juzgar si vd. esa a favor o en contra, ni me importa además, un anti-eutanasia puede decir que no quiere que le obliguen a tener un comportamiento moral determinado ante la perspectiva de que se vaya a legalizar la cosa. Pero es que un pro-eutanasia puede decir exactamente lo mismo si la ley lo prohíbe.
No hay ley ninguna que no obligue a un comportamiento moral determinado, el que marca la ley, porque las leyes en realidad tienen el mismo contenido que los mandatos morales, solo que su aplicación es obligatoria. Y todos los aspectos de las relaciones humanas están sometidos a reglas morales, ninguno se escapa. Otra cosa es que todos tengamos las mismas, o que las nuestras choquen con la ley.
De hecho la necesidad de que existan leyes viene de esta diferencia entre la moral de cada uno, si todos tuviesemos la misma y la siguiesemos en principio no harían falta leyes, y en todo caso establecerlas sería pan comido. La dificultad de legislar viene de ahí, y no es una dificultad pequeña precismanente. Yo no encuentro una manera de que todo el mundo se quede contento con la ley de la eutanasia, la del aborto, la pena de muerte y mil cosas para las que cada cual tiene su postura moral, en ocasiones enfrentada irremediablemente a los de los demás ciudadanos.
@25.-http://www.youtube.com/watch?v=Vcz7uRyeif8 Asi es mas corto y divertido, ¿servira?
Las posiciones de la discusión las he leído muchas veces antes; yo también me considero agnóstico porque no sé, ni puedo probar ni puedo llevar a cabo la prueba diabólica de la demostración de inexistencia.
Por eso la fe es para el creyente el elemento cohesionador, el que rellena los huecos, como un puente laboral; (F)estivo (L)aboral (F)estivo = FFF. Por analogía o simpatía, convertimos un vacío de entendimiento en una ficción de continuidad o existencia.
Pero lo que me ha demolido es el argumento de Valmhö.
Como no sé, no sé si habrá o no una postmuerte, ni cómo será, si horrible, aburrida o maravillosa. Sé que cada religión verdadera (no hay ninguna que no proclame serlo) tiene su visión de la ultravida, por eso me centro en mi presente y trato de hacer las cosas conforme a los tres principios de Ulpiano
Ivris praecepta svnt haec: honeste vivere, alterum non laedere, svvm cvique tribvere: Vivir honestamente, no dañar a otro, y dar a cada uno lo suyo.
Vivir honestamente es vivir con rectitud, haciendo lo que se dice y diciendo lo que se hace, no dañar a otro es la clave de la convivencia pacífica y dar a cada uno lo suyo es para mí no tratar igual a quien se comporta diferente; para mí no es igual el ladrón que su víctima y la igualdad nos ha igualado en derechos y obligaciones.
Así trato de vivir y ello es compatible con todas las religiones verdaderas, así que si hay una ultravida, espero no estar mal posicionado.
Pero Valmhö.
Pero por lo demás somos átomos, igual que una sardina que nada en el mar. ¿Tiene sentido la vida de la sardina? No veo por que la nuestra ha de tenerlo.
Tampoco sé si las sardinas tienen un cielo, y el sentido de ellas se me escapa, pero con la estima que me tengo, ser comparado con una sardina y comprender que quizá mi vida y el fin último de ella sean iguales me ha devastado el miércoles.
Menos mal que como en casa de mi madre.
JM
No se sienta devastado, hombre, que yo hablaba de cosas trascendentes y eso,pero lo que es su vida no tiene nada que ver con la de una sardina. Las sardinas no escriben cosas graciosas, ni pilotan vehículos, ni tienen una mama sardina que le cocine cosas ricas. No pueden ser recordadas por las generaciones siguientes de sardinas, ni siquiera saben que son sardinas y además debe aburrirse un montón todo el dia buceando por el mar. ¿No le parece suficiente diferencia?
Don Javier, a lo que usted hace referencia es a la tolerancia, que nos hace la convivencia posible, pero en el momento en que mi planteamiento es distinto al suyo, o al de otros, ya se juzga y se descarta por usted u otras personas, a usted le parece bien mi planteamiento pero no lo comparte (imagino) luego lo crée erróneo, o no valido para usted, luego lo juzga y lo cataloga, otra cosa es que lo respeta, como no puede ser de otra manera.
Me ha gustado, cuando dice, que no le importa que le juzgen, siempre que no se lo estén indicando a cada momento, totalmente de acuerdo.
Valmhö:
Efectivamente me enorgullece pensar en pertenecer a una larga estirpe de homo sapiens, pero no pretendo ganar ninguna carrera al infinito, sé que tarde o temprano nos extinguiremos, y espero que parte de mi genetica se extinga, al final de todo, con el resto de la humanidad, racionalidad y evolución, no tienen por qué coincidir, otro mamífero tomará el relevo de los humanos, o los insectos….. y nosotros seremos arqueología, pero mientras tanto somos racionales y buscamos la forma de afrontar la ley natural que es innegociable.
JM:
Creo que en términos evolutivos, claro que su fin y el de la sardina son el mismo, pero ellas no han creado, la música, el cine, el teatro, la ingenieria, la guerra, el amor….. su vida es mas rica hombre!!!!
Anímese!!!
RATZINGER: DIOS Y EL MUNDO, Creer y vivir en nuestra época.
Selección de textos del libro. Una conversación con Peter Seewald (trad. Rosa Pilar Blanco), Ed. Debolsillo, 2005 (Gott und die Welt, 2000 Deutsche Verlag-Anstalt GmbH, Suttutgar-Munich) [1]
http://www.misas.org/reflexion/dios_mundo.html
1. Sentido del Humor 4
2. Oración. 4
a) Rosario. 4
b) Aprender a escuchar la voz de Dios. 4
c) Lo más importante de la vida no se ve con los ojos. 4
3. Fe y ateísmo. 4
a) El ateísmo de la cultura tecnológica. 4
b) Sin fe no se puede vivir 5
c) La fe no es un sentimiento, sino que responde a una realidad objetiva. 5
d) Y también responde a nuestros anhelos más íntimos. 5
e) La seguridad de la fe y la supuesta intolerancia de los hombres de fe. 5
f) Muchos sueñan con una «religión a la carta» 5
g) La sustitución de la religión por la tradición. 6
h) La fe no supone sólo un conocimiento, sino una vida en la que hay que ir creciendo cada día. 6
i) La consideración de la vida Eterna en la vida del cristiano. 6
j) Cada uno es demasiado estrecho para sí mismo: sólo abriéndose por el amor, la vida se llena de sentido y de valor 7
k) Fe y ciencia. 7
l) Que Dios sea insondable no significa que no se pueda conocer nada de Él 7
m) Cristo contemplaba a cada hombre desde la Cruz. 7
n) Fe y ciencia; Sagrada Escritura y Razón. 8
ñ) Sobre la soledad como el temor de los temores. 8
5. El pecado original 8
6. El sentido de la vida y el Bautismo. 9
7. El sacramento de la Penitencia. 9
a) Dios quiere venir a nosotros a través de otras personas. 9
b) El sacramento de la Penitencia no es un instrumento para «someter» a los fieles. 9
c) ¿Dios puede castigar a sus criaturas?. 10
d) Penitencia y psicoterapia. 10
8. La persona. 10
a) Dimensión espiritual de la persona. 10
b) Conciencia y educación. 10
c) Dios es persona. 11
d) La nueva legalidad de la persona como algo definitivo. 11
e) La dignidad de la persona y el porqué de su creación. 11
f) La persona como fin en sí mismo. 11
g) La persona humana está constitutivamente referido a su prójimo, y especialmente a Dios. 12
h) Sobre si hay hombres en otros planetas. 12
9. Dónde está Dios. 12
10. El mal 13
a) El ejemplo de Hitler 13
b) Naturaleza del mal 14
c) La «ira» de Dios. 14
11. El árbol de la vida. 14
El derecho de los hijos no es un derecho a los hijos. 15
12. Cuidado del mundo por parte del hombre. 15
El respeto a los animales. 16
13. El Antiguo Testamento y el pueblo judío. 16
a) Por qué el pueblo judío es el pueblo elegido. 16
b) El cristianismo es el Antiguo Testamento releído a la luz de Cristo. 16
c) La religión judeo cristiana como fundamento de la dignidad de la persona y de sus derechos. Grecia o la religión judeo cristiana como fundamento de la democracia. 16
14. Sobre la ley. 17
a) Sobre las cuatro leyes. 17
b) La ley natural es una ley moral 17
15. Sobre el amor 17
16. Sexualidad y matrimonio. 17
a) El sexto mandamiento. 18
b)Por qué la fidelidad. 20
c) Sobre los anticoncpetivos. 20
17. Sobre los ricos de este mundo. 21
18. Trabajo y servicio. 22
Sobre Belén. 22
19. Enseñar al que no sabe como obra de misericordia. 22
20. La Iglesia. 23
a) La anécdota de Napoleón y su intención de acabar con la Iglesia. 23
b) La Iglesia es «mi patria más íntima» 23
c) La comunidad es esencial a la fe: Dios quiere venir a los hombres a través de otros hombres. 23
d) La Iglesia como luz del mundo. 23
e) La idea de Guardini de la Iglesia como el único poder realmente crítico con la historia. 23
f) La Iglesia como la última palabra de Dios en la historia. 24
21. El amor a la gramática y el amor a Dios; S. Benito y la cultura europea. 24
22. Muerte y resurrección. 24
a) En la hora de la muerte. 24
b) La resurrección de cada uno. 25
23. El purgatorio y la vida Eterna. 25
a) Razón de ser del purgatorio. 25
b) El purgatorio como lugar de la tolerancia. 26
1. Sentido del Humor
p. 12 Entonces ¿Dios se muestra siempre lleno de respeto o también manifiesta humor?
Personalmente creo que tiene un gran sentido del humor. A veces le da a uno un empellón y le dice: «¡No te des tanta importancia!». En realidad, el humor es un componente de la alegría de la creación. En muchas cuestiones de nuestra vida se nota que Dios también nos quiere impulsar a ser un poco más ligeros; a percibir la alegría; a descender de nuestro pedestal y a no olvidar el gusto por lo divertido.
2. Oración
a) Rosario
p. 14 ¿Alguna recomendación al respecto? [de la oración en general]
Por la noche, cuando uno no logra encontrar la paz… yo recomendaría el rosario. Es un rezo que, además de su significado espiritual, ejerce una fuerza anímicamente tranquilizadora. En él, al atenerse siempre a las palabras, te vas liberando poco a poco de los pensamientos que te atormentan.
b) Aprender a escuchar la voz de Dios
p. 16 Muchos sabían rezar de pequeños, pero en cierto momento lo olvidaron. ¿Hay que aprender a hablar con Dios?
El órgano de Dios puede atrofiarse hasta el punto de que las palabras de la fe se tornen completamente carentes de sentido. Y quien no tiene oído tampoco puede hablar, porque sordera y mudez van unidas.
Es como si uno tuviera que aprender su lengua materna. Poco a poco se aprende a leer la escritura cifrada de Dios, a hablar su lenguaje y a entender a Dios, aunque nunca del todo. Poco a poco uno mismo podrá rezar y hablar con Dios, al principio de manera muy infantil –en cierto modo siempre seremos niños–, pero después cada vez mejor, con sus propias palabras.
c) Lo más importante de la vida no se ve con los ojos
p.16 Usted dijo una vez: «Si el ser humano sólo confía en lo que ven sus ojos, en realidad está ciego…».
…porque limita su horizonte de manera que se le escapa precisamente lo esencial. Porque tampoco tiene en cuenta su inteligencia. Las cosas realmente importantes no las ve con los ojos de los sentidos, y en esa medida aún no se apercibe bien de que es capaz de ver más allá de lo directamente perceptible.
3. Fe y ateísmo
a) El ateísmo de la cultura tecnológica
p.21 Vivimos sin duda en un momento histórico en el que la tentación de querer crear sin Dios se ha vuelto muy grande. Nuestra cultura de la técnica y del bienestar se basa en la convicción de que, en el fondo, todo es factible. Naturalmente, si pensamos así, la vida termina en lo que nosotros podemos hacer, construir y demostrar. Por tanto, la cuestión divina queda relegada a un segundo término.
Si se generaliza esa actitud –y la tentación para que eso ocurra es muy grande, porque buscar a Dios significa realmente adentrarse en otro plano que antes quizá fuese más accesible–, la respuesta es palmaria: lo que no es obra nuestra, no existe.
b) Sin fe no se puede vivir
p.20 Lo importante para cualquier persona, lo primero que da importancia a su vida, es saber que es amada. Precisamente quien se encuentra en una situación difícil, resiste si sabe que alguien le espera, que es deseado y necesitado. Dios está ahí primero y me ama. Ésta es la razón segura sobre la que se asienta mi vida, y a partir de la cual yo mismo puedo proyectarla.
c) La fe no es un sentimiento, sino que responde a una realidad objetiva
p. 23 sin embargo, lo esencial de la fe es que en ella no me encuentro con algo inventado, sino que lo que sale a mi encuentro supera con creces todo cuanto nosotros, los hombres, podemos inventar.
d) Y también responde a nuestros anhelos más íntimos
p. 25 Y viceversa: precisamente ese Dios que tiene el poder de plasmar en una persona el amor que Él es, que está ahí y se nos da a conocer, que acepta la afinidad con nosotros, es justo lo que necesitamos para no tener que vivir hasta el final con fragmentos, con medias verdades.
e) La seguridad de la fe y la supuesta intolerancia de los hombres de fe
p.27 Porque ya nadie se atreve a decir que lo que afirma la fe es cierto, pues se teme ser intolerante, incluso frente a otras religiones o concepciones del mundo. Y los cristianos se dicen que nos atemoriza esa elevada reivindicación de la verdad.
Por una parte esto, en cierto modo, es saludable. Porque si uno se dedica a asestar golpes a su alrededor con demasiada rapidez e imprudencia con la pretensión de la verdad y se instala en ella demasiado tranquilo y relajado, no solo puede volverse despótico sino también etiquetar con enorme facilidad como verdad algo que es secundario y pasajero.
La cautela a la hora de reivindicar la verdad es muy adecuada, pero no debe provocar el abandono generalizado de dicha pretensión, pues entonces nos moveremos a tientas en diferentes modelos de tradición.
f) Muchos sueñan con una «religión a la carta»
p. 28 Muchos sueñan con una especie de religión a la carta, aunque con ingredientes escogidos y muy acomodados al gusto. Cada vez se diferencia más entre religión «mala» y «buena».
g) La sustitución de la religión por la tradición
p.28-29 Es interesante que el concepto de tradición haya sustituido al concepto de religión y de confesión –y con ello también al concepto de verdad. Las distintas religiones se consideran tradiciones. Entonces se juzgan «venerables», «hermosas», y se afirma que quien está dentro de una tradición debe respetarla, así como debe respetar las tradiciones ajenas. Pero contar sólo con tradiciones provoca también, es lógico, una pérdida de la verdad. Y en cierto momento uno se preguntará por qué ha de existir tradición siquiera. Y entonces la rebelión contra la tradición quedará justificada.
Recuerdo siempre las palabras de Tertuliano, que comentó una vez: «Cristo no ha dicho: «Yo soy la costumbre, sino «yo soy la Verdad»». Y es que Cristo no sanciona simplemente la costumbre; al contrario, él nos arranca de las costumbres. Él desea que las abandonemos, nos exige que busquemos la verdad, lo que nos introduce en la realidad del Creador, del Salvador, de nuestro propio ser. En ese sentido, hemos de ser cautelosos con la reivindicación de la verdad en cuanto gran compromiso, pero también tener el valor de no perder la verdad, de tender hacia ella y aceptarla con agradecimiento y humildad cuando nos sea ofrecida.
h) La fe no supone sólo un conocimiento, sino una vida en la que hay que ir creciendo cada día
p. 29 La fe nunca está sencillamente ahí, de forma que yo pueda decir a partir de un momento determinado que yo la tengo y otros no. Ya lo hemos comentado. Es algo vivo que incluye a la persona entera –razón, voluntad, sentimiento– en toda su dimensión. Entonces cada vez puede arraigar más profundamente en la vida, de forma que mi existencia se torne más y más idéntica a mi fe, pero a pesar de todo nunca es una mera posesión. La persona conserva siempre la posibilidad de ceder a la tendencia opuesta y caer.
i) La consideración de la vida Eterna en la vida del cristiano
p. el más allá forma parte de la perspectiva vital del cristianismo. Si se pretendiera suprimirlo, nuestra perspectiva se convertiría en un extraño fragmento, quedaría hecha añicos. La vida humana quedaría burdamente mutilada si sólo la considerásemos desde la óptica de esos setenta u ochenta años que podemos vivir. Así surge esa extraña avidez de vida. Si la vida momentánea es lo único que puedo tener, naturalmente he de procurar sacar y acumular el máximo posible. Lo que me impide mostrar menor consideración hacia los demás.
El más allá me proporciona las pautas y confiere a esta vida la seriedad y el peso para no tener que vivir exclusivamente en función del instante, sino de manera que al final esta vida sirva, valga algo –y no sólo para mí, sino para el conjunto–. El Dios que escucha no nos exime de responsabilidad, sino que nos enseña a ser responsables. Nos impulsa a vivir con responsabilidad lo que se nos ha dado, para que de ese modo también algún día lleguemos a ser capaces de salir airosos ante Él. +
j) Cada uno es demasiado estrecho para sí mismo: sólo abriéndose por el amor, la vida se llena de sentido y de valor
p.37 Tengo que comenzar por dejar de mirarme, y preguntarme qué es lo que Él quiere. Tengo que empezar aprendiendo a amar, pues el amor consiste en apartar la mirada de mí mismo y dirigirla hacia Él. Si a partir de esta tendencia fundamental, en lugar de preguntarme qué es lo que puedo conseguir para mí mismo, me dejo sencillamente guiar por El, si me pierdo realmente en Cristo, si me dejo caer, me desprendo de mí mismo, entonces me doy cuenta de que ésa es la vida correcta, porque de todos modos yo soy demasiado estrecho para mí solo. Cuando salgo al aire libre, valga la expresión, entonces y sólo entonces comienza y llega la grandeza de la vida.
k) Fe y ciencia
p.40 Precisamente los científicos han teorizado una y otra vez sobre la cuestión de Dios y la fe. He traído algunas citas. Isaac Newton, por ejemplo, el fundador de la física teórica afirmó: «La maravillosa organización y armonía del universo sólo puede haberse realizado de acuerdo con el plan de un ser omnisciente y todopoderoso. Éste es y seguirá siendo mi conocimiento último y supremo». Augustínn Louis Chaucy, matemático francés, opinaba: «Soy cristiano, lo que significa que creo en la divinidad de Cristo como Tycho de Brahe, Copérnico, Descartes, Newton, Leibnitz, Pascal… como todos los grandes astrónomos y matemáticos del pasado». Y el italiano Guglielmo Marconi, un premio Nobel al que debemos la telefonía sin hilos y, en consecuencia, la generación del teléfono móvil, lo expresó así: «Declaro con orgullo que soy creyente. Creo en el poder de la oración. Y no sólo como católico creyente, sino también como científico».
l) Que Dios sea insondable no significa que no se pueda conocer nada de Él
p.41 Nosotros no podemos entender del todo a las demás personas porque ello implica descender a simas más profundas de lo que la razón nos permite verificar. Tampoco podemos comprender en última instancia la estructura de la materia, sino llegar siempre a un punto determinado. Tanto más razonable es la imposibilidad de someter a la inteligencia todo lo que significan Dios y su palabra, porque la superan con creces.
m) Cristo contemplaba a cada hombre desde la Cruz
p.55 No deberíamos intentar imaginar cómo Cristo, en su calidad de hombre, pudo visualizar la infinitud de seres humanos que han existido a lo largo de la historia, pero sí podemos decir que al final, en ese momento de miedo en el monte de los Olivos, en el momento de decir sí a la cruz, nos tenía presentes y también me conoció a mí. En efecto, ese acto contiene la decisión amorosa incluida en la eternidad y que atraviesa y determina la vida temporal de Cristo. Con ello sé que no soy un hijo póstumo cualquiera, alguien situado fuera del cono de luz, sino que existe una relación personal conmigo que tiene su anclaje más profundo en el acto de entrega de Cristo.
n) Fe y ciencia; Sagrada Escritura y Razón
p. 144 La Biblia habla a toda la historia y suministra también las luces esenciales para el camino. Pero Dios no nos exime de pensar. No sustituye a la ciencia, ni a nuestro propio esfuerzo intelectual. Nos deja, como ya hemos apuntado, el mundo como disputa, para que nosotros mismos nos las apañemos con él. Dios no entra de un salto en los resquicios de nuestro conocimiento, sino que nos da sabiduría –que naturalmente también conlleva conocimiento, pues de lo contrario no sería auténtica sabiduría–. Él nos proporciona las orientaciones que necesita el ser humano para vivir correctamente. Son orientaciones que sirven para el conjunto de la historia, para todos los lugares y épocas, pero que deben interpretarse siempre de nuevo.
El catecismo cita una frase de Gregorio el Grande que dice lo siguiente: «La palabra de la Escritura crece con el lector. Y también el lector crece con ella; sólo entonces la palabra muestra su grandeza y crece en el seno de la historia».
ñ) Sobre la soledad como el temor de los temores
p.175 Es interesante que Fromm hable de la soledad como lo apuesto al destino íntimo de la persona. Si soledad significa no ser amado, estar abandonado, ser-solamente-yo, y si de ese modo mi vida permanece vacía, esta situación es efectivamente el temor que subyace a todos los temores.
5. El pecado original
82 [Ante la pregunta de por qué nosotros heredamos un pecado que no hemos cometido] ¿Por qué? ¿Qué culpa tenemos nosotros, las generaciones posteriores?
La pérdida de ese perdón supone una alteración en la relación. La relación original con Dios, llena de confianza, viva, que al mismo tiempo sana las relaciones interpersonales se quiebra, la relación se altera, Dios se torna oscuro. Nosotros nos escondemos de Él, y por haber construido tan bien nuestros propios escondrijos, dejamos de verle.
En esa alteración de la relación, en ese mundo de relación alterada, entramos al nacer. Y entonces vemos que la Biblia expone magníficamente cómo, tras el pecado original, en la conversación con Dios, Adán y Eva se lanzan recriminaciones mutuas, echándose la culpa el uno al otro. Es decir, que la perturbación de la relación con Dios los enfrenta en el acto. Porque quien está enojado con Dios lo está también con el otro.
La pérdida del perdón santifícante como núcleo del pecado original quiere decir, por tanto, que la relación se ha alterado, convirtiéndose en componente del entramado histórico humano. Precisamente porque no somos culpables individualmente, sino que entramos en esa alteración de la relación, necesitamos a alguien que la corrija de nuevo. Y como Dios sencillamente no desea martirizar o torturar a los seres humanos o castigarlos positivamente, Él mismo se convierte en el restablecedor de la relación, superando de ese modo la perturbación. Nada más decir pecado original, una relación perturbada a la que somos arrojados, debemos añadir siempre que Dios comenzó enseguida a restablecer y sanar de nuevo la relación. Si abordamos el concepto de pecado original sin esta respuesta de Dios, caemos realmente en el absurdo.
p.85 Creo que es impensable que un mito tan antiguo y elemental [el del pecado original] tenga algo que ver con una moral mojigata, ¿no?
No, seguro que no. Ahí se manifiesta que el ser humano, que ya no goza del resplandor de Dios y tampoco ve ya a los demás a la luz de dicho resplandor, también está desnudo ante el otro y ya no son capaces de aceptarse mutuamente. También aquí se resiente la normalidad de las relaciones. Nosotros nos ocultamos unos de otros detrás del vestido –o tenemos que acreditarnos socialmente a través de él–. El vestido es, pues, una representación simbólica de la mismidad, con la que deseamos volver a restablecer externamente la dignidad herida en nuestro interior.
La teología o filosofía del vestido inherente a todo ello alude también, sin duda, a una visión antropológica profunda sobre la que, en mi opinión, aún es preciso reflexionar en detalle. Pero seguro que no se trata simplemente de establecer una moral mojigata como consecuencia del pecado original.
6. El sentido de la vida y el Bautismo
p.71 es imprescindible analizar lo que subyace a la pura facticidad y comprender que el ser humano no ha sido simplemente arrojado al mundo por un juego de la evolución. Detrás está que cada persona ha sido deseada. Cada persona es idea de Dios. Todo lo que en principio está ahí fáctícamente alberga un plan y una idea, que es la que después da sentido también a la búsqueda de mi propia idea y a la unión con el todo y con el curso de la historia.
p. 378 con el bautismo se da al ser humano, más allá de la vida biológica, un sentido que justifique su vida. Precisamente en una época como la nuestra en que el futuro es incierto, cabe plantearse si es siquiera ético traer a alguien al mundo, legándole con ello un futuro que quizá ya no le permita ser persona. De hecho, cuando ya no se sabe si tiene sentido ser persona, entonces realmente hay que justificar más esta directriz, dándole al nuevo ser humano algo que trascienda lo meramente biológico. Dándole un sentido que sea más poderoso que toda la oscuridad de la historia. En eso consiste precisamente el bautismo, en elevarlo a la comunión con Cristo.
7. El sacramento de la Penitencia
a) Dios quiere venir a nosotros a través de otras personas
p.87 Dios quiso venir a nosotros a través de personas –y a través de ellas pronuncia en el sacramento de la penitencia la palabra que sólo Él puede pronunciar–. En última instancia, sólo Dios puede perdonar el pecado, porque en definitiva está dirigido contra Él.
b) El sacramento de la Penitencia no es un instrumento para «someter» a los fieles
p.87 decía Nietzsche, que el cristianismo es una religión del resentimiento, de los desfavorecidos, de los que se vengan declarando la grandeza del ser insignificante y trastocan las jerarquías enalteciendo, no a los fuertes, sino a los que sufren. En ese sentido, es la filosofía de los esclavos que se vengan lastrando al ser humano con el pecado.
La idea de que el cristianismo te convierte en siervo y que la Iglesia nos mantiene en su poder convenciéndonos del pecado y presentándose luego como instancia de perdón está muy extendida. Es cierto que cuando Dios desaparece del campo de visión del ser humano, lógicamente también el pecado pierde su sentido. Porque si Dios no me interesa, si Él no se interesa por mí, tampoco puede existir una relación perturbada con Él, porque no existe ninguna en absoluto. Con ello, el pecado parece en principio eliminado. Y en un primer momento cabría pensar que la vida volverá a ser muy divertida y fácil, adoptando, valga la expresión, dimensiones de opereta.
c) ¿Dios puede castigar a sus criaturas?
P. 89 ¿qué significa realmente castigo en el lenguaje divino? ¿Es algo que se le impone a alguien por hacer su propia voluntad?
No, el castigo es la situación en la que entra ser humano cuando se aleja de su auténtica esencia.
d) Penitencia y psicoterapia
p. 399 sólo existe salvación si hay absolución. Aunque la psicoterapia puede hacer mucho para descubrir y subsanar circuitos defectuosos en la estructura anímica, no logra superar la culpa. Ahí rebasa sus límites y por eso fracasa con tanta frecuencia. La culpa sólo puede superarla de verdad el sacramento, el poder pleno procedente de Dios.
8. La persona
a) Dimensión espiritual de la persona
p. 84 A través de la persona, la materia se eleva al ámbito espiritual, y gracias a esta unión compatibiliza ambas cosas entre sí. La materia ha dejado de ser una cosa junto a la que el espíritu estaría inseparable e inmiscible. La unidad de la creación se manifiesta precisamente en la unión de ambas cosas en el ser humano. Esto le confiere una función muy destacada, concretamente la de ser uno de los soportes de la creación, encarnar en sí el espíritu y viceversa, contribuir a elevar la materia hacia Dios, contribuyendo de este modo a la gran sinfonía global de la creación.
b) Conciencia y educación
p. 85 La conciencia, que a veces tanto nos atormenta, ¿forma también parte del alma? ¿O la conciencia, como creen algunos, nos ha sido inculcada por la educación?
Como es natural, la conciencia en su funcionamiento es algo vivo. De ahí que pueda atrofiarse o madurar en el individuo. Es innegable que el funcionamiento concreto de la conciencia también viene determinado por las realidades sociales que me rodean. El entorno social ofrece las ayudas para que despierte y se conforme, pero también los peligros que la embotan o le señalan una dirección equivocada capaz de generar una falsa conciencia, por así decirlo, ya sea escrupulosa, ya sea laxa.
p. 86 ¿Existen personas sin conciencia?
Me atrevo a decir que es imposible que un ser humano mate a cualquier otro y no sepa que eso está mal; de algún modo lo sabe. Es imposible que una persona que vea a otra en extrema necesidad no sienta que debería hacer algo. En el hombre existe una llamada primigenia, una sensibilidad primigenia para lo bueno y para lo malo.
c) Dios es persona
p. 92. …Dios tiene lo esencial de aquello a que nos referimos con persona, es decir, conciencia, conocimiento y amor. Es, por tanto, alguien capaz de hablar y de escuchar. Esto es, creo, lo esencial de Dios.
d) La nueva legalidad de la persona como algo definitivo
p. 92. «Quien acepta este credo», dijo usted en cierta ocasión, «renuncia a la legalidad del mundo en el que vive.»
Aludía a que el misterio de la resurrección de Cristo nos eleva por encima de la muerte. Lógicamente, por nuestra condición de seres humanos vivimos siempre en este mundo sometidos a las leyes naturales. En la naturaleza rigen la muerte y la vida. Pero en Cristo vemos que la persona es algo definitivo. No es sólo un elemento en el gran proceso del nacimiento y de la muerte, sino que es y seguirá siendo un objetivo propio de la creación. En este sentido, el ser humano ha sido arrancado del simple remolino del eterno perecer y nacer e introducido en la estabilidad del amor creador de Dios.
e) La dignidad de la persona y el porqué de su creación
94 ¿Pero por qué tendría que asumir Dios esta aventura de la creación del mundo y del ser humano?
A Romano Guardini, que percibió todo lo triste de la creación y se preguntó por qué lo hacía si en realidad podía prescindir de ella, le atormentó terriblemente esta pregunta. Nosotros no podemos contestarla. Sólo aceptar que Él, pese a todo, así lo quiso; quería una criatura a su imagen y semejanza, capaz de conocerle, ampliando de ese modo, valga la expresión, el radio de su amor.
f) La persona como fin en sí mismo
p. 103 El Santo Padre, en las encíclicas, ha analizado a otra luz la expresión «creado por sí mismo». La tomó de Immanuel Kant y la desarrolló de nuevo. Kant había dicho que la persona es el único ser que es un fin en sí mismo y no un fin para otra cosa. El Papa afirma: «De hecho, la persona es un fin en sí misma y no un fin para algo distinto».
Aquí radica también la protección de cada individuo. Porque ese Dios creador ha establecido que nadie tiene derecho a utilizar a cualquier otra persona, por pobre o débil que sea, como un medio para Dios sabe qué fines, por elevados que sean. En la actualidad, con los experimentos humanos –y con las experiencias con embriones–, esto se ha convertido en una verdad muy importante, en una protección muy importante de la dignidad humana. El derecho humano por antonomasia es precisamente el de no convertirse en un medio, sino mantener la dignidad intacta.
Pero esta circunstancia no significa que la persona esté bien cuando se encierra en sí misma, cuando como individuo se transforma en un fin en sí mismo. La condición de ser relacional es inherente a la persona.
g) La persona humana está constitutivamente referido a su prójimo, y especialmente a Dios
p. 104 El ser humano ha sido creado con una tendencia primaria hacia el amor, hacia la relación con el otro. No es un ser autárquico, cerrado en sí mismo, una isla en la existencia, sino, por su naturaleza, es relación. Sin esa relación, en ausencia de relación, se destruiría a sí mismo. Y precisa mente esta estructura fundamental es reflejo de Dios. Porque Dios en su naturaleza también es relación, según nos enseña la fe en la Trinidad.
Así pues, la relación de la persona es, en primer lugar, interpersonal, pero también ha sido configurada como una relación hacia lo Infinito, hacia la Verdad, hacia el Amor
No denigra al ser humano. Esa relación no lo convierte en un fin, sino que le confiere su grandeza porque él mismo mantiene una relación directa con Dios y ha sido querido por Dios. Por eso no se debe contemplar la adoración a Dios como un asunto externo, como si Dios quisiera ser alabado o precisase de halagos. Eso lógicamente sería infantil y, en el fondo, enojoso y ridículo.
Adoración entendida en un sentido correcto significa que sólo vivo correctamente mi naturaleza en cuanto ser relacional, que constituye la idea íntima de mi ser. En consecuencia, es una vida que tiende hacia la voluntad de Dios, concretamente a la adecuación con la verdad y con el amor. No se trata de obrar para que Dios se alegre. Adoración significa aceptar el vuelo de flecha de nuestra existencia. Aceptar que mi finalidad no es algo finito y que por tanto puede comprometerme, sino que yo descollo por encima de todos los demás fines. Concretamente en la unión íntima con el que me ha querido como compañero de relación y precisamente por eso me ha concedido la libertad.
h) Sobre si hay hombres en otros planetas
p. 112 Sabemos que Dios se tomó tan en serio al ser humano en esta mota de polvo que es la tierra, que Él mismo vivió aquí, vinculándose a este mundo por toda la eternidad.
9. Dónde está Dios
p. 100 ¿Pero dónde está Dios exactamente?
Él no está en un lugar determinado, como tan bellamente nos enseña la historia del rabino. Utilizando una formulación positiva: no hay nada donde no esté, porque está en todo. Y negativa: en ningún caso está donde está el pecado.
Dios está en todas partes y, sin embargo, existen distintos niveles de aproximación, porque cada nivel superior del ser se le acerca más. Cuando comienzan la comprensión y el amor se alcanza una nueva forma de proximidad, una nueva forma de presencia.
Por tanto, Dios está donde hay fe, esperanza y amor, porque, al contrario que el pecado, son el ámbito en el que nosotros nos encontramos en las dimensiones de Dios. En este sentido, Dios está en todas partes donde acontece el bien, presente en una forma específica, y concretamente más allá de la mera existencia eterna y ubicua. Podemos hallar una forma más profunda de presencia suya justo cuando nos acercamos a las cualidades que se corresponden al máximo con su esencia más íntima, es decir, la verdad y el amor, el bien en general.
p.101 Dios no es una magnitud determinable según categorías físico-espaciales. No está a cien mil kilómetros de altura o a una distancia de años luz. En lugar de eso, la cercanía de Dios es una cercanía a categorías del ser. Donde está lo que más le representa, donde está la Verdad y el Bien, ahí rozamos, sobre todo, al Eterno.
p. 102 En una persona completamente penetrada por Dios existe, como es lógico, una mucho mayor cercanía íntima y presencia divina que en alguien que se ha alejado completamente de El. Pensemos en la Anunciación a María. Dios quiere que María se convierta en su templo, un templo viviente, y no solamente por la morada física. Pero su conversión en una verdadera morada para Dios sólo es posible porque se produce la apertura íntima a El, porque ella, en su existencia íntima, se adecua por entero a El.
10. El mal
a) El ejemplo de Hitler
p.119 Hitler fue un personaje demoníaco. Basta con leer el relato de los generales alemanes, que siempre se proponían decirle de una vez su opinión a la cara, y que después que daban tan subyugados por él, que ya no se atrevían a hacerlo. Pero analizándolo de cerca, esa misma persona que se caracterizaba por ejercer una fascinación demoníaca, era, en el fondo, un don nadie completamente banal. Y el hecho de que el poder del mal se asentara precisamente en la banalidad, revela también algo de la fisonomía del mal: cuanto mayor se hace, más mezquino se vuelve, menos grandeza encierra. Hitler también previó situaciones de manera casi demoníaca. Yo, por ejemplo, he leído un informe de cómo se preparó la visita del Duce a Berlín. Las personas encargadas del asunto plantearon sus sugerencia, y tras largo rato, Hitler replicó: «No, todo eso no sirve para nada. Yo veo cómo ha de hacerse». Y, en una especie de éxtasis, lo expuso, y así se hizo. Es decir, que en cierto modo ahí se percibe una prepotencia demoníaca que engrandece lo banal –y banaliza lo grande–, peligrosa y destructiva sobre todas las cosas. Desde luego, no se puede afirmar que Hitler fuera el demonio; era un hombre. Pero conocemos informes fiables de testigos oculares que demuestran que mantenía una especie de encuentros demoníacos que le hacían decir temblando: «El ha estado de nuevo aquí» y cosas por el estilo. Nosotros no podemos investigarlo a fondo. Pero en cierto modo estaba inmerso en el ámbito de lo demoníaco, y creo que así lo demuestra la manera en que ejerció el poder, el terror y el daño que provocó.
b) Naturaleza del mal
p. 120 En este sentido, el mal no es una criatura nueva, algo espontáneo y real que exista en sí mismo, sino que es, por naturaleza, negación, una corrosión de la criatura. No es un ser –porque el ser sólo puede proceder de la Fuente del Ser– sino una negación. Que la negación pueda ser tan poderosa tiene que conmocionarnos. Pero creo que es consolador saber que el mal no es una criatura, sino algo parecido a una planta parásita. Vive de lo que arrebata a otros y al final se mata a sí mismo igual que lo hace la planta parásita cuando se apodera de su hospedante y lo mata.
El mal no es algo propio, existente, sino pura negación. Y si me entrego al mal, abandono el ámbito del despliegue positivo de la existencia en favor del estado parasitario, del autocarcomerse y de la negación de la existencia.
c) La «ira» de Dios
p. 97 Pero este Dios judeocristiano también se muestra iracundo.
La ira de Dios revela que yo me he alejado del amor divino. Quien se aparta de Dios, quien se aparta del buen camino, se acerca a la ira. Quien sale del amor, entra en lo negativo. Así pues, no es algo que te imponga cualquier dictador despótico, sino únicamente la expresión de la lógica interna de una actuación. Si salgo de lo que es adecuado a mi idea de la creación, si salgo del amor que me sustenta, entonces caigo sin más en el vacío, en la oscuridad. Entonces ya no estoy dentro del ámbito del amor, sino en otro que cabría considerar el ámbito de la ira.
11. El árbol de la vida
p. 125 Estas grandes imágenes del Génesis seguirán siendo en última instancia insondables y nunca del todo mensurables para nosotros. Ocultan dimensiones aún más lejanas que trascienden nuestro conocimiento.
Primero querría mostrar la visión clásica de esta imagen, tal como la desarrollaron los Padres de la fe. Los maestros de la Iglesia enseñan que el ser humano sólo es excluido del árbol de la vida después de que, al comer del árbol del bien y del mal, maniobra para situarse en una posición inadecuada para él. Se arranca algo de sí que, si se lo apropia arbitrariamente, sólo puede convertirse en perdición. Como respuesta a esta nueva situación, Dios dice que el ser humano ya no puede tocar el árbol de la vida, porque en esa situación la inmortalidad supondría, de hecho, la condenación.
En este sentido, la exclusión del árbol de la vida, vinculada al destino de la muerte, es una gracia. Tener que vivir eternamente de la forma en que vivimos ahora en modo alguno sería un estado deseable. En una vida caracterizada por tanta confusión, la muerte sigue siendo una contradicción y un suceso siempre trágico, pero también una gracia, porque de otro modo, con esta clase de vida, la eternidad y el mundo se tornarían completamente inhabitables.
p. 126 Lógicamente se puede profundizar mucho más en esa simbología. Ahora presenciamos cómo los seres humanos empiezan a disponer del código genético, a servirse realmente del árbol de la vida y a convertirse a sí mismos en dueños de la vida y de la muerte, a montar la vida de nuevo; desde luego es necesario prevenir de verdad al ser humano sobre lo que está ocurriendo: está traspasando la última frontera.
Con esta manipulación, un ser humano convierte a otro en su criatura. Entonces el ser humano ya no surge del misterio del amor, mediante el proceso en definitiva misterioso de la generación y del nacimiento, sino como un producto industrial hecho por otros seres humanos. Con lo queda degradado y privado del verdadero esplendor de su creación.
Ignoramos lo que sucederá en el futuro en este ámbito, pero de una cosa estamos convencidos: Dios se opondrá al último desafuero, a la última autodestrucción impía de persona. Se opondrá a la cría de esclavos, que denigra al ser humano. Existen fronteras últimas que no debemos traspasar sin convertirnos personalmente en destructores de la creación, superando de ese modo con creces el pecado original y sus consecuencias negativas.
Es irrefutable: la vida del ser humano tiene que seguir siendo intocable. Aquí es preciso poner límites, una vez más, a nuestra actuación, a nuestros conocimientos, a nuestro poder y a nuestra experimentación. La persona no es una cosa, sino que refleja la presencia del mismo Dios en el mundo.
p. 129 No se trata de frenar la libertad de la ciencia o las posibilidades de la técnica, sino de defender la libertad de Dios y la dignidad de la persona, que es lo que está en juego. Quien haya adquirido esta opinión sobre todo por la fe –aunque hay también muchos no cristianos que la comparten–, tiene asimismo la obligación de responsabilizarse de que esa frontera sea percibida y reconocida como infranqueable.
El derecho de los hijos no es un derecho a los hijos
p. 128 No obstante, cuando se cree poder con seguir a toda costa un hijo, considerándolo un derecho, se está eligiendo un camino erróneo. De este modo el hijo se convierte en mera propiedad. Ya no procede de la libertad del Creador, que también se presenta en la libertad imprevisible de la naturaleza.
Creo que hoy, en general, se corre el enorme peligro de considerar al hijo un derecho, una propiedad. Los padres no sólo quieren representarse a sí mismos, sino también lograr lo que aún no han conseguido en su propia biografía, para en cierto modo repetirse y autoafirmarse. Aquí es preciso rebelarse contra los padres. Esta rebelión defiende el derecho a ser uno mismo, a disfrutar de una esfera legal propia.
Cada ser humano procede de la libertad divina y ha venido al mundo por derecho propio. La educación de los padres debe consistir en abrirles su propio camino, y no pretender que sean igual que ellos; éste es el verdadero núcleo de los programas antiautoritarios. Aunque es falso rechazar la educación alegando que entraña casi una manipulación de la libertad. La libertad precisa ayuda para despegar, necesita compañía. Y una educación realmente consciente no manipula al niño a voluntad, sino que intenta impulsar su propio desarrollo y permitir su propia andadura.
12. Cuidado del mundo por parte del hombre
124 Porque el ser humano no puede crear nada, sino a lo sumo unir. Esta aptitud puede convertirlo en colaborador y guardián del jardín de Dios siempre que sirva con humildad y respeto a las ideas que subyacen a la creación. Pero si se erige él mismo en hacedor, la creación está amenazada.
El respeto a los animales
p. 74 En realidad, una buena ocasión para hablar también de los animales, nuestros acompañantes mas cercanos. Adán dio nombre a cada uno de ellos. ¿Podemos utilizar a nuestros animales e incluso comerlos?
Esta es una cuestión muy seria. En cualquier caso, nos han sido dados para cuidarlos, no para tratarlos a nuestro antojo. Los animales son asimismo criaturas de Dios, si no con el mismo carácter directo que el hombre, sí seres que Él ha querido y que nosotros hemos de respetar como acompañantes de la creación y como elementos esenciales de la misma.
13. El Antiguo Testamento y el pueblo judío
a) Por qué el pueblo judío es el pueblo elegido
p. 137 [Sobre el porqué el pueblo judío es el pueblo elegido] Analizar racionalmente las causas de dicha elección es imposible, sigue siendo un misterio. Aunque una cosa es evidente: Dios elige. Pero no elige para excluir a los demás, sino para llegar a unos por medio de otros y entrar en el juego de la historia.
b) El cristianismo es el Antiguo Testamento releído a la luz de Cristo
p. 140 En efecto, el cristianismo no es una religión opuesta a la religión de Israel, sino que es el Antiguo Testamento releído a la luz de Cristo.
c) La religión judeo cristiana como fundamento de la dignidad de la persona y de sus derechos. Grecia o la religión judeo cristiana como fundamento de la democracia
p. 169 La dignidad de cada individuo, que, de por sí está solo ante Dios, al que Dios habla y que en cuanto persona está afectado por 1as palabras de la alianza, constituye realmente el punto central de los derechos humanos –concretamente la dignidad igual de las personas– y, en consecuencia, el auténtico fundamento de la democracia.
En Israel mismo al principio no había reyes, sino jueces que aplicaban el derecho divino y velaban por su cumplimiento. Así pues, se pretendía en el fondo una sociedad completamente igualitaria, una especie de anarquía en sentido positivo: nadie gobierna, excepto Dios. Y gobierna con su ley, con su palabra y con los mandamientos.
Este primitivo orden social tuvo que ceder finalmente ante el pragmatismo, como ya explicamos antes. Pero no por ello disminuiría yo ahora la importancia de la democracia griega, que también nos legó cosas importantes y que desarrolló un modelo práctico al que remitirse más tarde. Sin embargo, debemos recordar que en la democracia griega sólo tenían voto los hombres libres. Las mujeres no eran sujetos de la política y por tanto estaban excluidas del derecho a voto, al igual que los esclavos. Como la libertad estaba limitada, Grecia sólo ofrece el ejemplo de una democracia limitada. La palabra bíblica, por el contrario, atribuye a cualquier ser humano, en cuanto imagen viva de Dios, pleno carácter de sujeto. Con ello lleva, de hecho, en su seno, y esto es cierto, una fundamentación mucho más amplia para las constituciones democráticas.
14. Sobre la ley
a) Sobre las cuatro leyes
p. 151 Según esto existen, pues, cuatro planos muy diferentes: en primer lugar, el mensaje de la creación. Segundo, el movimiento contrarío del ser humano en su historia, en la que en cierto momento intenta construirse su propio mundo opuesto a Dios. Tercero, la alocución de Dios en el Antiguo Testamento, que señala el camino al ser humano, pero manteniéndose opuesto a éste y en cierto modo ausente. Así, la ley de la antigua alianza sigue siendo provisional, apunta más allá de sí misma. Y en cuarto y último lugar, Cristo, que más allá de las leyes externas nos toca desde dentro, marcándonos con ello el rumbo interno de nuestra vida.
b) La ley natural es una ley moral
¿La auténtica ley natural es una ley moral?
p. 154 Sí. La naturaleza, como ya se ha dicho, no sólo tiene leyes evolutivas como las que estudian las ciencias naturales, sino que lleva en su seno un mensaje más profundo. Nos proporciona orientación. Y cuando la Iglesia habla de ley natural, no se refiere a las leyes en sentido científico, sino a la indicación interna que nos ilumina desde la creación
15. Sobre el amor
p. 172, El amor humano contiene siempre una pretensión de eternidad. «El amor es una pugna contra la muerte», afirmó el filósofo francés Gabriel Marcel. En consecuencia, a partir de una promesa, este amor se convierte en una realidad cumplida si se incluye en un amor que proporcione realmente eternidad. Marcel pensaba que decirle a una persona «Te amo» significaba: me niego a aceptar tu muerte, protesto contra la muerte.
16. Sexualidad y matrimonio
p. 76 La persona ha sido creada para necesitar al otro, para superarse a sí misma. Necesita el complemento. No ha sido creada para estar sola, lo bueno para ella no es la soledad, sino la comunidad. Tiene que buscarse y encontrarse en el otro.
p. 77 La cuestión es si hombre y mujer no serán quizá dos seres esencialmente diferentes
Sí, pero queremos oponernos a ella. Se trata de un mismo ser humano. Y como el cuerpo no es sólo un añadido externo a la persona, la diferencia física naturalmente es una diferencia que penetra a toda la persona y determina, por así decirlo, dos formas de ser persona. Creo que hay que oponerse tanto a las falsas teorías igualitarias como a las falsas teorías diferenciales.
Es falso querer medir a hombres y mujeres por el mismo rasero y decir que esa diminuta diferencia biológica no significa absolutamente nada. Ésta es la tendencia hoy predominante. Personalmente me sigue estremeciendo aún que se pretenda convertir a las mujeres en soldados como los hombres; que ellas, que siempre han sido las guardianas de la paz y a quienes hemos visto oponerse al deseo masculino de pelear y guerrear, vayan ahora por ahí con ametralladoras, demostrando que pueden ser igual de belicosas. O que las mujeres también posean ahora el «derecho» de recoger las basuras y de bajar a la mina –lo que en realidad no deberían hacer por su propia dignidad, por respeto a su grandeza, a su mayor cualidad diferencial–, un derecho que ahora se les impone en nombre de la igualdad. En mi opinión, ésta es una ideología hostil al cuerpo y maniquea.
p.78 Platón dijo que había que llevar a hombres y mujeres a los mismos cuarteles, que tenían que hacer todos lo mismo porque la biología no contaba. Que lo único que importaba en el ser humano era el espíritu, y que cuando nacieran niños se les condujese a un hogar infantil estatal. En el fondo, esta teoría de la igualdad es espiritualismo, una especie de desprecio al cuerpo, que se niega a reconocer que precisamente el cuerpo es la persona misma. Por eso, en mi opinión este tipo de igualitarismo, en lugar de elevar a la mujer la priva de su grandeza. Al masculinizarla, la arrastra, rebajándola hasta el ámbito de lo banal.
Lógicamente también existe por otro lado una falsa ideología de la diferencia. Ésta posibilitó que se considerase a las mujeres como seres inferiores, dedicadas únicamente a cocinar y limpiar, mientras que los señores de la creación hablaban y guerreaban y se sentían una casta dedicada a lo más elevado. Por eso las mujeres fueron consideradas solamente carnales, sensuales, negadas para lo espiritual, para lo creativo y qué sé yo qué cosas más. Con esto, la ideología de la diferencia se eleva a la naturaleza de casta. Esta idea impide percibir el carácter único de la creación divina, que, a pesar de sus diferencias, es unitaria y complementaria.
a) El sexto mandamiento
p. 163 El sexto mandamiento: «El texto original de este mandamiento dice en el Antiguo Testamento: «No cometerás adulterio» (Éxodo 20:14; Deuteronomio 5:18). Así pues, este mandamiento tiene, en principio, un significado muy específico. Y es la inviolabilidad de la relación de fidelidad entre hombre y mujer, que no sólo vela por el futuro de las personas, sino que también integra la sexualidad en la totalidad del ser humano, confiriéndole así su dignidad y grandeza.
He aquí el núcleo de este mandamiento. No hay que situarlo en un contacto incidental, sino dentro del contexto del sí mutuo de dos personas, que al mismo tiempo dicen sí a los hijos; es decir, el matrimonio es la auténtica sede en la que la sexualidad adquiere su grandeza y dignidad humanas. Sólo en él se vuelve sensual el espíritu, y los sentidos, espirituales. En él se cumple lo que hemos definido como la esencia de la persona. Ejerce la función de puente, de que los dos extremos de la creación entren uno dentro de otro, entregándose mutuamente su dignidad y su grandeza.
Cuando se dice que la sede de la sexualidad es el matrimonio, implica un vínculo amoroso y de fidelidad que incluye la mutua asistencia y disposición para el futuro, es [p.164] decir, que está ordenado pensando en la humanidad en conjunto, y, lógicamente, implica que sólo en el matrimonio encuentra la sexualidad su auténtica dignidad y humanización.
Indudablemente el poder del instinto, sobre todo en un mundo caracterizado por el erotismo, es formidable, de manera que la vinculación a ese lugar primigenio de fidelidad y amor se torna ya casi incomprensible. La sexualidad se ha convertido hace mucho en una mercancía a gran escala que se puede comprar. Pero también es evidente que con ello se ha deshumanizado, y supone, además, abusar de la persona de la que obtengo sexo considerándola una mera mercancía, sin respetarla como ser humano. Las personas que se convierten a sí mismas en mercancía o son obligadas a ello, quedan arruinadas en toda regla. Con el paso del tiempo, el mercado de la sexualidad ha generado incluso un nuevo mercado de esclavos. Dicho de otra manera: en el momento en que no vinculo la sexualidad a una libertad autovinculante de mutua responsabilidad, que no la enlazo con la totalidad del ser, surge, por fuerza, la lógica comercialización de la persona.
[El núcleo del mandamiento ] Recoge el siguiente mensaje de la creación: «hombre y mujer han sido creados para ser compañeros. Dejarán padre y madre y se convertirán en una sola carne», leemos en el Génesis. Ahora, desde una óptica puramente biológica, cabría afirmar que la naturaleza ha inventado la sexualidad para conservar la especie. Pero esto que hallamos en un principio como puro producto de la naturaleza, como mera realidad biológica, adquiere forma humana en la comunidad de hombre y mujer. Es una manera de abrirse una persona a la otra. No sólo de desarrollar unión y fidelidad, sino de crear conjuntamente el espacio en el que crezca el ser humano desde la concepción. En este ámbito, sobre todo, surge la correcta unión del ser humano. Lo que primero es una ley biológica, un truco de la naturaleza (si queremos expresarlo así), adquiere una forma humana que propicia la fidelidad y el vínculo amoroso entre hombre y mujer, y que a su vez posibilita la familia.
p. 165 Ciertamente el sexto mandamiento conlleva el mensaje de la naturaleza misma. La naturaleza regula la existencia de dos sexos para que se conserve la especie, y esto es especialmente aplicable a seres vivientes que cuando salen del seno materno no están en modo alguno preparados y precisan prolongados cuidados.
En efecto, el ser humano no huye del nido, sino que está siempre metido en él. Desde una óptica puramente biológica, la raza humana está hecha de modo que la ampliación del seno materno debe conllevar el amor del padre y de la madre, para que, pasado el primer estadio biológico, pueda proseguir el desarrollo hasta convertirse en persona. El seno de la familia es casi un requisito de la existencia.
En este sentido, la propia naturaleza revela aquí el rostro primigenio del ser humano. Este necesita una vinculación mutua duradera. En ella, el hombre y la mujer se dan primero a sí mismos, y después también a los hijos para que éstos comprendan la ley del amor, de la entrega, del perderse. Y es que los que están siempre metidos en el nido necesitan la fidelidad posterior al nacimiento. El mensaje del matrimonio y de la familia, por tanto, es plenamente una ley de la propia creación y no se opone a la naturaleza del ser humano.
p.166 Sigue siendo cierto que aquí –al igual que en todos los demás ámbitos de los que hemos hablado– existe una tendencia opuesta [a la fidelidad conyugal]. Aquí hay un exceso de poder biológico. En las sociedades modernas –pero también en las sociedades tardías de épocas más antiguas, como por ejemplo en la Roma imperial– podemos observar una erotización pública que fomenta aún más los excesos del instinto, dificultando el compromiso del matrimonio.
Volvamos a lo que hemos apuntado sobre las cuatro leyes. Aquí vemos dos órdenes diferentes. El mensaje de la naturaleza nos remite a una unión de hombre y mujer, que es el movimiento natural más íntimo que finalmente se convierte en humano y crea el espacio para el posterior desarrollo de la persona. El otro mensaje es que en cierto sentido también tendemos a la promiscuidad, o al menos a practicar una sexualidad que se niega a restringirse al marco de una familia.
Podemos reconocer muy bien desde la fe la diferencia de estos dos planos de naturalidad. Uno se presenta realmente como el mensaje de la creación y el otro como una autodeterminación del ser humano. Por esta razón la vinculación al matrimonio siempre implicará lucha. Aunque también comprobamos que, cuando se logra, madura la humanidad y los hijos pueden aprender el futuro. En una sociedad en la que el divorcio se ha vuelto tan normal, el daño siempre recae sobre los hijos. Sólo por esto surge, visto desde la óptica filial, otra demostración de que estar juntos, mantener la fidelidad, sería lo auténticamente correcto y adecuado al ser humano.
b)Por qué la fidelidad
p. 403 La fórmula del matrimonio dice así: «Te acepto como mi esposa / marido y te prometo fidelidad en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad. Prometo amarte, honrarte y respetarte mientras viva». Esto suena muy bien, pero ¿por qué tiene un matrimonio que esforzarse por durar toda la vida, «hasta que la muerte lo separe»?
Porque así figura en el carácter definitivo del amor humano y en la responsabilidad que se contrae con él. No debiéramos intentar demostrarlo racionalmente hasta el menor detalle. Aquí sale a nuestro encuentro la gran sabiduría de la tradición que, en definitiva, está respaldada [404] por la palabra del mismo Dios. Sólo darme por entero, sin reservarme una parte ni, como quien dice, aspirar a una revisión, a una rescisión, responde plenamente a la dignidad humana. El matrimonio no es un experimento, ni un contrato de arrendamiento, sino la entrega del uno al otro. Y la entrega de una persona a otra sólo puede ser acorde con la naturaleza humana si el amor es total, sin reservas.
c) Sobre los anticoncpetivos
404 ¿Es una idea diferente sobre la vida, sobre las personas, la que obliga a la Iglesia a prohibir los anticonceptivos?
De hecho, la Iglesia considera la sexualidad una realidad central de la creación. En ella la persona está conducida al Creador en su máxima cercanía, en su suprema responsabilidad. Con ello participa personal y responsablemente en las fuentes de la vida. Cada individuo es una criatura de Dios, y al mismo tiempo un hijo de sus padres. Por este motivo existe en cierto modo una interrelación entre la creación divina y la fertilidad humana. La sexualidad es algo poderoso, y eso se ve en que pone en juego la responsabilidad por un nuevo ser humano que nos pertenece y no nos pertenece, que procede de nosotros y sin embargo no viene de nosotros. A partir de aquí, creo yo, se entiende que dar la vida y responsabilizarse de ello más allá del origen biológico sea algo casi sagrado. Por estos motivos heterogéneos la Iglesia también ha tenido que desarrollar lo que los diez mandamientos esbozan y nos dicen. La Iglesia tiene que proyectar una y una vez esa responsabilidad sobre la vida humana.
p. 406 Palabra clave: crecimiento de la población. A la Iglesia se le reprocha que, con su rigurosa política de prohibición de medios anticonceptivos en el Tercer Mundo, está provocando graves problemas que llegan hasta la auténtica miseria.
Esto es un completo disparate, por supuesto. La miseria se produce por la quiebra de la moral, que antes ordenaba la vida en las organizaciones tribales y en la comunidad de los cristianos creyentes, excluyendo de ese modo la enorme miseria que contemplamos hoy. Reducir la voz de la Iglesia a la prohibición de anticonceptivos es un desorden grave basado en una visión del mundo completamente trastornada, como demostraré enseguida.
La Iglesia predica sobre todo la santidad y la fidelidad del matrimonio. Y cuando su voz es escuchada, los hijos disponen de un espacio vital en el que pueden aprender el amor y la renuncia, la disciplina de la vida recta en medio de cualquier pobreza. Cuando la familia funciona como ámbito de fidelidad, existe también la paciencia y respeto mutuos que constituyen el requisito previo para el uso eficaz de la planificación familiar natural. La miseria no procede de las familias grandes, sino de la procreación irresponsable y desordenada de hijos que no conocen al padre y a menudo tampoco a la madre y que, por su condición de niños de la calle, se ven obligados a sufrir la auténtica miseria de un mundo espiritualmente destruido. Por lo demás, todos sabemos que hoy la rápida propagación del sida en África está provocando justo el peligro opuesto: no la explosión demográfica, sino la extinción de tribus enteras y la despoblación de muchas regiones.
Por otra parte, cuando pienso que en Europa se pagan primas a los agricultores por matar a sus animales, por destruir trigo, uva, frutas de todo tipo, porque al parecer ya no se puede controlar la superproducción, me parece que esos sabios ejecutivos, en lugar de aniquilar los dones de la creación, harían mejor en reflexionar cómo conseguir que redundasen en provecho de todos.
No generan la miseria aquellos que educan a las personas para la fidelidad y el amor, para el respeto a la vida y la renuncia, sino los que nos disuaden de la moral y enjuician de manera mecánica a las personas: el preservativo parece más eficaz que la moral, pero creer posible sustituir la dignidad moral de la persona por condones para asegurar su libertad, supone envilecer de raíz a los seres humanos, provocando justo lo que se pretende impedir: una sociedad egoísta en la que todo el mundo puede desfogarse sin asumir responsabilidad alguna. La miseria procede de la desmoralización de la sociedad, no de su moralización, y la propaganda del preservativo es parte esencial de esa desmoralización, la expresión de una orientación que desprecia a la persona y no cree capaz de nada bueno al ser humano.
17. Sobre los ricos de este mundo
p. 167 Cuanto más tienen, más esclavas son, porque deben estar continuamente cuidando esa propiedad y acrecentándola.
p. 243 Creo que en esas palabras [quien quiera ser grande que se haga el servidor de todos] sobre el grande que debe ser servidor, y en los gestos con los que Jesús obra, está la auténtica revolución que podría y debería cambiar el mundo. Mientras el poder y la propiedad se consideren valores finales, el poder estará siempre dirigido contra los demás, y las propiedades a su vez excluirán siempre a los otros.
p. 296 Aunque un donativo de ropa usada, si sale del corazón, también puede ser bueno; tampoco hay que minusvalorar las cosas pequeñas. Pero aquí hay en juego algo más. Se trata, por una parte, siempre de algo concreto. No sólo de amar en teoría y mandar una transferencia de dinero ocasional, sino de tener los ojos abiertos para ver dónde me necesitan las personas en mi vida. Esto suele ser incómodo, no agrada. Pensemos en el rabino y el levita, que pasan de largo junto a la persona robada. Seguramente tienen una cita importante o les atemoriza que pueda sucederles algo a ellos mismos si se detienen demasiado en esa zona inquietante. Siempre hay un motivo.
18. Trabajo y servicio
p. 241 La flexibilidad se ha convertido hoy en un lema fundamental. Queremos reaccionar a los nuevos retos y esperamos ascender lo más rápido y mejor posible cambiando frecuentemente de profesión. Pero yo creo que, como siempre, hay profesiones que exigen una dedicación absoluta. La de médico, por ejemplo, o la de educador, son profesiones que no pueden ejercerse durante un par de años, sino que constituyen vocaciones que me exigen la vida entera. Es decir, que también hoy existen tareas que no son trabajo, que discurren, por así decirlo, junto a mi vida y me garantizan el dinero necesario para mi sustento. En las auténticas vocaciones, el criterio no son los ingresos, sino el desempeño de un servicio a la humanidad.
Sobre Belén
Es curioso: Dios, el Todopoderoso, escogió como lugar de aparición en la tierra lo más pequeño, un establo miserable de Belén. Y la Iglesia argumenta: «Todo es tan increíble y paradójico, que sólo por eso tiene que ser verdad».
Como es lógico, esta sola argumentación no bastaría como criterio de verdad. Pero, en realidad, la elección de lo humilde caracteriza la historia de Dios con el ser humano.
19. Enseñar al que no sabe como obra de misericordia
p. 297 Mientras las personas son ignorantes, son dependientes. No pueden salir por sí mismas de dicha condición, padecen una especie de esclavitud. Sólo facilitar su acceso a los bienes de la educación supone una verdadera ayuda, porque entonces pueden alcanzar la misma categoría y desarrollar correctamente su país, su sociedad. Así pues, la obra de caridad de enseñar al que no sabe ha sido experimentada por las personas de tal forma que con ella se les facilita el acceso al mundo espiritual, la llave de lo que hoy mueve al mundo.
20. La Iglesia
a) La anécdota de Napoleón y su intención de acabar con la Iglesia
p. 57 otra historia cuenta que Napoleón afirmó un día que iba a exterminar la Iglesia. Un cardenal contestó: «Eso no lo hemos conseguido ni siquiera nosotros».
b) La Iglesia es «mi patria más íntima»
p. 58 En efecto, jamás se me ocurriría abandonar la Iglesia, pues, a decir verdad, es mi patria más íntima. Estoy tan fundido con ella desde que nací que sin ella en cierto modo me partiría en dos, incluso me destruiría.
c) La comunidad es esencial a la fe: Dios quiere venir a los hombres a través de otros hombres
p.62 En cuanto personas, estamos ahí para que Dios venga a los seres humanos a través de otros seres humanos. Él viene siempre a las personas a través de otras personas. De la misma manera, también nosotros vamos a él a través de personas dirigidas por Él, en las que nos encuentra y nos abre a El. Si sencillamente la lectura de las Sagradas Escrituras pudiera elevarnos hasta lo último, sería más bien un movimiento filosófico que no conlleva ese elemento de comunidad que es parte esencial de la fe.
d) La Iglesia como luz del mundo
p. 63 En mi opinión, desde un punto de vista empírico, es evidente que la Iglesia católica tiene una misión fundamental en el curso de la historia. Si su fe se desplomase y se viese obligada a declararse en bancarrota, se produciría, de hecho, una fractura en la historia y en la humanidad de efectos inimaginables.
Ya hemos visto cómo la crisis posconciliar quizá no desencadenó, pero indudablemente actuó como un enorme potenciador de la gran crisis del 68. En cualquier caso, su dramatismo es inconcebible sin ella. Y ahora esto es algo palpable, valga la expresión. Usted ha hablado con razón de asuntos más profundos, de la fuerza de la oración, de la fe, del amor. Gracias a ellos, Dios viene al mundo para difundir en la humanidad un rayo de su luz. Si esta fuerza desapareciese, sería una catástrofe para la historia.
e) La idea de Guardini de la Iglesia como el único poder realmente crítico con la historia
p. 341 pero en el curso de su carrera, en el que le acometieron grandes dudas de fe, Guardini vio finalmente en la liturgia a la auténtica Iglesia. Y sin renunciar a su especial afecto por ese profesor [Koch, que fue maestro de Guardini en Tubinga],
Me parece que muestras lo delgada que es la línea entre el agnóstico y el ateo, aunque con tantas preguntas, tendrías alma de creyente, porque creo que todos (al menos yo) no hemos hechos varias de esas preguntas y eso que soy creyente.
También concuerdo contigo en que decir que no se cree en algo que supuestamente no existe, es algo que no tiene pies ni cabeza. Celebro la manera cómo has abordado el tema y también como muestras lo difícil que puede ser relacionarse con alguien que no crea como uno, porque por más que le digas que respetas su forma de pensar o creer, es difícil, porque vas a buscar convertirle.
Esto de la religión es un tema espinoso muchas veces, sobre todo, cuando se busca imponer lo que uno cree que es correcto…. sinceramente me has dejado pensando en lo tolerantes que debemos ser.
Si me permites, comparto este artículo que me impacta cada vez que lo leo y que te deja pensando cómo la ciencia ayuda a creer en Dios, aunque muchos lo quieran negar
https://catolicoactivo.com/dios-para-incredulos/la-ciencia-lo-confirma-se-encuentra-la-misma-sangre-tipo-ab-en-hostias-investigadas-en-milagros-eucaristicos/
No hace falta pertenecer a ninguna religión oficial para pensar que puede haber algún otro tipo de realidad. Ojalá hubiese algún tipo de vida eterna y que fuese buena o, por lo menos, aceptable.Lo que no creo es en un castigo eterno. Sería totalmente injusto para una vida finita.
Jesucristo nació, habito entre nosotros, murió en la cruz y resucitó. ¿Qué más pruebas queremos? Hemos de creerlo por fe no por medio del razonamiento
Amigos, es comprensible dudar de la existencia de Dios, debido a lo que pudiésemos llamar un «bombardeo» de razonamientos, sobretodo, en esta época de avances científicos. Me resultará difícil convencerlos, pues tengo la certeza de que si existe. Pero entiendo sus opiniones y no deseo rebatirlas. Solo les pido 30 segundos o menos de su valioso tiempo, y pido digan esto: «Jesús seré honesto contigo, tengo dudas de Dios, será que por tu infinita misericordia me puedes guiar?. Solo eso amigos, no les pido mucho. Sin duda es un experimento muy sencillo y no les quitará nada de tiempo. Saludos y mucha suerte en sus vidas.