Nada más entrar en Italia el ritmo del tráfico cambia repentinamente. Los coches circulan a mayor velocidad que en Francia, a menor distancia unos de otros y de forma más desordenada. Incluso hay quienes se dedican a aprovechar la “aspiración” del vehículo precedente. Hay carteles que avisan de la presencia de controles de velocidad. Creo que no funcionan –pienso-, porque casi nadie frena al pasar por uno. Mi acompañante, que nunca había conducido en este país, muestra sorpresa.
Atravesar Italia desde Ventimiglia hasta Trieste cuesta unos 38 €. Al menos de lo que conozco (que no es mucho), el sistema de peajes me parece más cómodo que el de Francia. En Italia recogimos el ticket a la entrada y no tuvimos que parar hasta que nos desviamos en Venecia, a unos 550 km. En Francia, hay muchos puestos de peaje están en plena autopista, lo que obliga a detenerse con frecuencia, para pagar o para recoger otro ticket.
Después de Venecia, camino de Trieste nos encontramos con un BMW Z1. Alguien me dijo una vez que no era un buen coche para su alto precio. Tenía el motor y la transmisión de un BMW 325i de la época y no corría mucho más que éste, ni “iba mucho mejor”, a pesar de que era más ligero por su carrocería de fibra.
Después de pasar la noche en Trieste (en un albergue con vistas de hotel de lujo a precio de camping), se nos “acaba el navegador”. De ahora en adelante nos guiamos con un excelente atlas de carreteras europeas (incluye hasta la parte más occidental de Rusia), eso sí, con edición en el año 2000. Este mapa lleva en la redacción de km77.com desde sus inicios. Ha hecho muchos viajes en todos los tres coches que esta empresa ha tenido para probarlos durante muchos kilómeros: un SEAT León 1.9 TDI 110 CV (50.000 km), el Toyota Prius (160.000 km) y este Golf.
En la frontera de Italia con Eslovenia hay que pagar una tasa de 15 €, para poder circular por sus autopistas durante 7 días. La tasa para un mes es de 40 €. Para demostrar el pago, hay que poner una pegatina en el parabrisas. Me parece un sistema más cómodo que ir parando en puestos de peaje. Y a poco que se use es mucho más barato, si bien la red de autopistas de Eslovenia es mucho menos extensa que la de Francia.
De camino a Liubliana vimos un Mondeo con adaptaciones en el techo para que el borde de carga del maletero esté muy cerca del suelo.
Una vez en la capital de Eslovenia no dábamos crédito. Ni rastro de todo lo que varias personas nos dijeron que íbamos a encontrar. Nada de nada. Era domingo por la mañana; quizá estaban durmiendo. Eso sí, el centro de esa ciudad es precioso, totalmente recomendable. Paseando, encontramos un cartel que avisa de los inconvenientes de fumar, con el fondo de un Alfa Romeo 8C Competicione.
Enrique Calle