Siempre que viajo con tiempo suficiente me gusta hacerlo por carreteras sin desdoblar (tengo especial predilección por las de la provincia de Soria).

El último viaje largo que hice con nuestro Golf fue de Madrid a Santander (el próximo será más largo y muy particular, lo contaré aquí). Un amigo que es de Santander, me recomendó ir de Madrid a Burgos por autovía y, desde allí, por la N-623 hasta mi destino final. Hay gente que prefiere hacer todo ese trayecto por autopista, primero por la A6 y luego por la A67, pasando por Valladolid, Palencia y Aguilar de Campoo


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La N-623 es una carretera como pocas para disfrutar de la conducción, al menos desde fuera del área de influencia de Burgos hasta el Puerto del Escudo (desde ahí hasta Santander, el tráfico se incrementa mucho y los pueblos se suceden cada pocos kilómetros). Tiene un gran repertorio de curvas: lentas (hay tres puertos de montaña), rápidas y de doble radio. Hay muy poco tráfico y el paisaje típico castellano se intercala con algunas zonas más arboladas y verdes.

Con un buen trazado y una visibilidad más que correcta, se puede conducir muy bien.
Aprovechando la anchura de nuestro carril, girando el volante y deshaciendo el giro en el momento adecuado se consigue una aceleración lateral baja y constante, que es lo mejor para viajar seguro y cómodo (cuando se conduce mal, a volantazos, hay picos de aceleración lateral, muy molestos especialmente para los pasajeros y que desequilibran el coche). No traté de ir a gran velocidad, sino de conducir bien, acelerando poco en las rectas, frenando poco en las curvas, sin malgastar combustible.

El Golf tiene buen tacto y por ello ayuda a conducir con precisión. A mí, a diferencia de lo que opina Javier Moltó, no me parece que las ruedas del Golf (Hankook Ventus) den buena adherencia. No puedo afirmarlo categóricamente porque tengo que probar el Golf en las carreteras por las que conduzco todos los coches de pruebas. De un tipo de asfalto a otro puede haber grandes diferencias.

De este viaje de casi 1.000 km extraigo tres conclusiones:

Primera, me gusta la suspensión DCC. En modo Confort no me parece excesivamente blanda y aísla muy bien a los ocupantes del estado del asfalto, casi como una berlina de lujo (el trayecto Madrid-Burgos, por autovía, lo hice casi completamente con la suspensión ajustada de esta manera). El modo Sport hace que el Golf sea más preciso, pero sólo se aprecia con claridad cuando hay muchas curvas y se conduce con rapidez.

Segunda: No me ha satisfecho el sistema de iluminación. Creo que estas luces son claramente peores que las del Golf anterior, de quinta generación. Dan una iluminación amarillenta y un haz rácano.

Tercera: El Golf 1.4 TSI 122 CV puede gastar poco si se conduce con suavidad y corre más de lo que cabe esperar de su potencia cuando se pisa el acelerador con decisión.

Enrique