Normalmente en la redacción prestamos mucha atención al Golf. Comentamos los detalles de su uso, el desgaste de los neumáticos, su consumo de combustible, las incidencias o preparamos la información que vamos a publicar en las próximas semanas. Sobre el Golf hablamos más que de casi cualquier otro coche. Ayer no.
Ayer fui con Pepe y Loren a fotografiar un Nissan GT-R. Nadie hacía caso al Golf; sólo nos sirvió como herramienta de trabajo, para llevar el trípode, las cámaras, los objetivos, la “caja de limpieza” (para que los coches salgan bien aseados) y otros utensilios (que no voy a desvelar para no dar pistas de por qué las fotos del GT-R han salido tan bien; próximamente las publicaremos en km77.com).
Ayer fue un día de esos especiales. Todo el día por delante y un coche espectacular. He conducido mucho y lo que puedo decir, de momento, es que el GT-R no es sólo un coche potente. Hoy en día no es raro de encontrar vehículos de casi 500 CV de potencia, generalmente grandes y pesados, que sólo son realmente rápidos cuando la carretera es ancha y tiene pocas curvas. El Nissan GT-R también es pesado (más de 1.800 kg), pero no lo parece por su agilidad para cambiar de trayectoria a voluntad del conductor en las curvas más retorcidas. Según esoy escribiendo este texto me llama Alfonso Herrero, que está dándose una vuelta con el GT-R, dice: “¿es necesario que haga este ruido de avión [de turbina] cuando aceleras?”
Después de la sesión de fotos el Golf marchó para la redacción, donde Javier Moltó lo esperaba para emprender un curioso viaje. Ahora mismo ya está en África
Enrique Calle