Volvo XC90 (2003) | Impresiones en todo terreno
Después de probarlo fuera del asfalto, me queda claro que el Volvo XC90 es un coche más de carretera que de campo. Su altura libre de la carrocería al suelo (218 mm) está al nivel de otros todo terreno como el Toyota Land Cruiser 5p (220 mm), y por encima de modelos como el BMW X5 (180 mm), el Mercedes ML (204 mm) o el SsangYong Rexton (200 mm). Sin embargo, el XC90 tiene grandes limitaciones fuera del asfalto al tener un recorrido de suspensiones corto, no llevar una caja reductora y perder motricidad con facilidad cuando una rueda queda en el aire.
Para su uso sobre caminos de tierra, pistas embarradas o zonas con nieve, su tracción total conectable automáticamente con embrague Haldex puede resultar suficientemente eficaz y aportar la motricidad necesaria. No en vano, su control electrónico realiza una valoración de las condiciones de tracción nada menos que 100 veces por segundo. Esto hace que su respuesta sea muy próxima a la que ofrece un coche de tracción total permanente.
La suspensión independiente a las cuatro ruedas del XC90 tiene un recorrido corto (185 mm delante y 228 mm detrás) y es fácil que se quede alguna rueda en el aire cuando realizamos un cruce de ejes. Aunque tiene un sistema de control de tracción que se encarga de frenar automáticamente la rueda o las ruedas que pierden tracción (actuando así a modo de autoblocante electrónico), en la práctica me ha parecido que resulta poco eficaz y que es fácil que el coche pierda motricidad y no sea capaz de superar el obstáculo que estamos abordando. No obstante, en la corta prueba que he podido realizar en una zona ligeramente trialera me queda la duda de si esta falta de eficacia se debe más al escaso agarre de sus neumáticos fuera del asfalto (lo he probado con los neumáticos Continental de carretera sobre llanta de 18") que a la propia transmisión.
Como no tiene caja reductora, con las versiones que llevan cambio automático parece más indicado utilizar el cambio en modo manual secuencial en conducción todo terreno. Al tener unos desarrollos de cambio largos no ayuda mucho a superar obstáculos trialeros ni siquiera en primera marcha, y sobre todo, obliga a utilizar a fondo los frenos en bajadas pronunciadas, puesto que la caja de cambios no es capaz de retener el vehículo y éste se embala con facilidad. La pendiente máxima superable es del 45 por ciento.
Los ángulos de ataque y salida, del XC90 son 28° delante y 25° detrás (mejor por ejemplo que un BMW X5). No es mucho, aunque en conducción todo terreno tampoco parecen malos para un modelo que está planteado por la marca más como un «SUV» que como un todo terreno. El ángulo ventral (20°) sí parece algo más limitado y no es muy difícil tocar en el suelo con la parte baja de la carrocería. La capacidad de vadeo es de 480 mm.