MINI Coupé (2012) | Impresiones de conducción
Hemos conducido brevemente el MINI Coupé en su versión Cooper S (184 caballos, gasolina) y en profundidad el Cooper SD (143 caballos, Diesel). Tanto una versión como otra tienen un tacto deportivo difícil de encontrar en otros coches por su agilidad y rapidez de reacciones.
Naturalmente, es posible conducir el MINI Coupé a ritmo normal, sin tener que desdicar especial atención. Cuando salen a relucir sus reacciones rápidas y peculiares es cuando se aprovecha la potencia del motor en carreteras de curvas o cuando se comete un error de conducción. Me parece que el MINI Coupé es más difícil de conducir que, por ejemplo, un Volkswagen Scirocco. Hay que ser fino con el volante, medir bien los movimientos, para conseguir una trazada limpia ya que las acciones del conductor influyen mucho en la trayectoria.
La unidad que hemos probado durante más kilómetros no tenía instalada la suspensión deportiva opcional (aunque sí unas ruedas opcionales, más anchas y de menor perfil que las de serie y, además, de tipo «run flat», es decir reforzadas para que puedan rodar sin presión. Unas Continental ContiSportContact 3 205/45 R17 RSC). Teniendo en cuenta que el MINI Coupé ya va duro con la suspensión de serie, no me parece muy aconsejable (salvo para usos muy concretos como por ejemplo para entrar en circuitos) cualquiera de las dos deportivas que hay en opción: el «chasis deportivo» y el «chasis John Cooper Works». Esta última configuración supone que la carrocería vaya 10 milímetros más cerca del suelo, una suspensión todavía más dura que el «chasis sport» y unas barras estabilizadoras de mayor grosor. La suspensión de serie es suficiente para que la carrocería balancee y cabecee poco.
Como a veces ocurre en coches de suspensión dura, las reacciones del MINI empeoran mucho cuando el piso deja de ser perfectamente regular. Si mientras se toma una curva a ritmo rápido hay un cambio de asfalto, una grieta o un pequeño escalón, no es raro que el coche se aparte ligeramente de la trayectoria. No sé hasta qué punto esas reacciones se deben a los neumáticos que tenía nuestra unidad de pruebas (reforzados de tipo «run flat»), pero por si acaso, yo no tomaría un decisión de compra sin probar cómo va con los neumáticos de serie.
Todas las personas que hemos conducido el MINI Coupé Cooper Diesel de 143 CV (y algunas que se han montado de acompañantes) hemos coincidido en que se trata de un coche ruidoso para viajar. A medida que se gana velocidad hay que aumentar sensiblemente el tono de voz para mantener una conversación o el de la radio para escucharla con claridad. Creo que el MINI Coupé es más ruidoso que un MINI normal, aunque tendría que probar lo dos modelos a la vez para poder afirmarlo con seguridad. Este ruido no proviene tanto del motor sino del contacto con la carrocería con el aire y del contacto de las ruedas con el asfalto. El ruido del motor, y su aspereza, se nota con claridad a baja velocidad y se «diluye» yendo deprisa.
En general, la sensación que transmite del MINI, es la de ser un coche cuyo manejo requiere un esfuerzo un poco superior al habitual en coches pequeños, porque los mandos tienen un accionamiento firme y algo duro, como el cambio de marchas y los pedales.
Impresiones sobre los motores
El MINI con el motor de 184 CV es una gozada por la respuesta tan buena que tiene al acelerador, tanto por inmediatez como por contundencia. Todavía no hemos medido el consumo de este modelo, pero según datos oficiales es, actualmente, uno de los coches de gasolina de más de 150 caballos de potencia que menos gastan.
El Diesel de 143 CV es el único MINI Coupé que de momento hemos probado en profundidad. Tiene el inconveniente de que su motor es áspero, especialmente a baja velocidad. Esa aspereza se nota en forma de sonido y de vibraciones en los pedales y volante. No me parece una aspereza escandalosa, pero sí claramente perceptible.
Lo mejor del MINI Coupé Cooper Diesel de 143 caballos es su relación entre prestaciones y consumo. Una ojeada a nuestra tabla de prestaciones deja claro la agilidad con la que puede acelerar. Según nuestras mediciones de aceleración máxima entre 80 y 120 km/h, es prácticamente igual de rápido que modelos como el SEAT Ibiza FR 1.4 TSI 150 CV DSG 7 vel., el Citroën DS3 THP 150 CV, ambos ligeramente más potentes y de gasolina. Lo hemos comparado con modelos de gasolina porque actualmente no hay coches Diesel del tamaño y potencia de este MINI.
También es rápido ganando velocidad desde marchas largas. Una de las claves para que responda bien desde marchas muy largas es que tiene desarrollos de transmisión cortos: es decir, consigue su velocidad máxima por encima del régimen de potencia máxima (el desarrollo en sexta es 51,4 km/h cada 1000 rpm, el régimen de potencia máxima 4000 y la velocidad máxima 216 km/h). Los datos anteriores corresponden a la versión con cambio manual; con cambio automático va todavía más corto de desarrollo (su sexta es de 45,9 km/h cada 1000 rpm).
Al menos en la versión de cambio manual, no parece que el desarrollo corto en sexta afecte mucho al consumo. En nuestro recorrido tradicional de 143,3 km por una autopista con fuertes desniveles, buscando una media de 120 km/h, ha gastado 5,7 l/100 km, que es un dato bajo en términos absolutos. En este caso no podemos comparar el consumo porque prácticamente no hay coches similares en el mercado: los coches tan pequeños que tienen motor Diesel suelen ser menos potentes y ninguno de ellos tiene carrocería cupé.
Todas las versiones tienen una serie de medidas para reducir el consumo en algunos casos, que MINI denomina «MINIMALISM», como un sistema de parada y arranque automático del motor («Auto Start-Stop») en las detenciones (con el motor Diesel este dispositivo funciona con brusquedad cada vez que arranca el motor), un indicador de marcha recomendada y un alternador que trabaja fundamentalmente cuando el motor no trabaja con carga.