Este Ypsilon tiene una suspensión blanda que evita a los pasajeros fuertes sacudidas al pasar por algún bache, juntas o carreteras en mal estado.
La contrapartida es que, en determinadas carreteras de muchas curvas, los movimientos de la carrocería están muy poco amortiguados.
El Corsa 1.3 CDTi (que lleva el mismo motor Fiat, aunque con 10 Nm menos de par) también tiene unas suspensiones blandas, más aún que las de este Lancia, pero no recuerdo que los movimientos verticales de la carrocería fuesen tan amplios. No considero que esta característica sea un defecto en cualquier caso: para algunas personas será una ventaja, y también habrá a quien le desagrade.
Me ha parecido un coche muy cómodo para circular por ciudad y sus alrededores, o para viajar a velocidades moderadas. En garajes permite maniobrar fácilmente por su reducido diámetro de giro (9,8 m entre bordillos) y su visibilidad posterior.
Por motor, es suficiente para circular por cualquier tipo de vía a velocidades legales en España, al menos con dos personas a bordo. Es posible que más cargado se eche en falta algo más de potencia al subir un puerto o realizar un adelantamiento.
Es un coche que entra bien en las curvas, no es tan ágil como un Renault Clio, pero lo es más que un Opel Corsa.
Nuestra unidad no llevaba control de estabilidad (opcional por 630 €) y me parece muy recomendable. Para ser el tipo de coche que es, tiene una tendencia a sobrevirar algo mayor que otros utilitarios, cuando se desacelera o frena en curva.
La dirección tiene dos grados de asistencia, uno normal y otro más suave («City»). Me ha dado la impresión que, o bien en el modo normal va más dura que en otros modelos, o quizás la posición «City» fuese más blanda; sea lo que fuera, me ha quedado la sensación que la diferencia entre ambos modos de funcionamiento era más notable que en otros modelos de Fiat.
Los frenos —de disco delante y tambor detrás— tienen un tacto correcto y han resultado sobresalientes por la distancia en la que han detenido el coche según nuestras mediciones.