Chrysler Voyager (2004) | Impresiones del interior
Es de los pocos coches donde hay espacio bastante para que seis o siete personas viajen cómodamente. De sus dimensiones el dato más favorable es la anchura; en cualquiera de las tres filas de asientos está por encima de los 155 cm (medidos a la altura de los hombros). El espacio para las piernas en la segunda fila de asientos no es grande, aunque suficiente para viajar con comodidad; ni la segunda ni la tercera fila de asientos tienen regulación longitudinal.
A pesar de tener unas dimensiones holgadas, no es un monovolumen cómodo si se pretende hacer un uso constante de sus posibilidades de configurar el interior, porque los asientos son muy pesados. Lo más difícil es mover la banqueta trasera de tres plazas, aunque tiene unas pequeñas ruedas que pueden ser útiles para desplazar los asientos de un lado a otro.
Las palancas que sirven para abatir los asientos y desencajarlos de sus fijaciones requieren esfuerzo para manipularlas. No es muy flexible porque las butacas están ancladas a puntos fijos en el suelo y no tienen regulación longitudinal. Cuando se sacan del habitáculo la segunda y tercera fila de asientos, queda un piso completamente plano.
Los asientos son cómodos. Chrysler ha utilizado como relleno una espuma blanda y bien distribuida que se adapta correctamente a la espalda, aunque tienen poca sujeción lateral. Las butacas individuales tienen apoyabrazos plegables.
La posición al volante es alta y erguida. El volante tiene una regulación en altura que prácticamente es una regulación en inclinación, dado que la articulación en la columna de la dirección está muy cerca del aro del volante.
Sorprende la distribución de algunos mandos como el ordenador de viaje (en el techo) el botón que acciona el limpia parabrisas trasero (en la consola central), la palanca del cambio de la versión automática (una aparatosa palanca que sale desde una lado de la columna de dirección), y el botón que pliega lo espejos retrovisores (también en la columna de dirección).