BMW Serie 5 Touring (2017) | Impresiones de conducción
La conducción del Serie 5 Touring, cuando esta se hace a ritmo normal, difiere poco de la que se experimenta a los mandos de la berlina, en parte porque las dimensiones del vehículo son práticamente idénticas y también porque la suspensión, aunque no tiene una configuración igual, filtra con suma eficacia las imperfecciones del asfalto. Ambos coches ruedan con mucha suavidad, transmiten muy poco ruido al habitáculo cuando se circula a unos 120 km/h y tienen un tacto de conducción preciso y certero.
Además, los elementos de equipamiento relacionados con el confort y la seguridad funcionan, salvo excepciones —como veremos más adelante—, con igual efectividad tanto en la berlina como en el familiar. Por estos motivos, las impresiones de conducción del Serie 5 berlina son casi plenamente aplicables a la versión con carrocería familiar.
En definitiva, la sensación que transmite a aquel que lo conduce es de que es un coche de calidad fabricado con esmero, cuyo equilibrio entre agilidad y confort está más logrado que el de prácticamente todos sus rivales. Por ejemplo, un Volvo V90 es un poco menos refinado y preciso, y un Mercedes-Benz Clase E Estate puede ser algo más cómodo en autopistas o carreteras con curvas amplias, pero involucra menos al conductor en su manejo y es más torpe en carreteras con curvas lentas.
Nosotros encontramos la mayor diferencia entre el familiar y la berlina cuando llevamos los coches al límite en la maniobra de esquiva que realizamos habitualmente en circuito. Mientras que la berlina tuvo unas reacciones impecables y realizó la maniobra con éxito a 79 km/h (muy alta, se puede apreciar en este vídeo), con el familiar solo conseguimos completarla a 72 km/h porque las ayudas electrónicas intervinieron de manera sutil, sin frenar el coche con la intensidad esperada y habitual.
Las reacciones nunca llegaron a ser muy bruscas porque el coche obedecía bien a las órdenes que el conductor transmitía a través del volante, pero la velocidad a la que pasábamos entre los conos era excesiva y complicaba sobremanera la tarea de evitar tirarlos. La sensación que tuvimos fue de cierto descontrol porque se tenía la impresión de que el eje trasero de ruedas deslizaba más de lo deseable. La velocidad a la salida del tercer carril es la mayor que he experimentado con cualquier otro coche en esta prueba.
Decidimos no realizar muchas pasadas para grabar el vídeo de la maniobra de esquiva porque la temperatura elevada que hizo durante el día de las pruebas contribuía a que los neumáticos se desgastaran en exceso. Nuestra unidad de pruebas tenía el sistema de suspensión opcional de dureza variable, pero nosotros no notamos diferencias reseñables en las reacciones al utilizar los distintos modos de conducción (tampoco lo notamos en la berlina), salvo porque la dirección se tornaba algo más precisa y el balanceo de la carrocería se reducía ligeramente. Es por ello que en el vídeo solo aparecen los intentos realizados en el modo que se activa por defecto al iniciar la conducción: comfort.
El motor de seis cilindros de la versión que probamos —530d— es soberbio, por las prestaciones que da y por la sensación plena de empuje que transmite, pero también por su consumo bajo. Su virtud sobresaliente es la combinación de todo ello. El 530d Touring es el vehículo de sus características más potente que hemos probado recientemente, por lo que es normal que sus prestaciones sean mejores que las de los demás coches similares de los que tenemos datos. Pero si se analiazan los resultados, proporcionalmente este motor de 265 CV permite acelerar muy deprisa y consume una cantidad de combustible similar a la de versiones equivalentes de cuatro cilindros y menos potentes. Al igual que ocurre en el resto de unidades de Serie 5 que hemos probado, y también en otros modelos de BMW, el funcionamiento de la caja de cambios automática de ocho relaciones es ejemplar, por la suavidad y rapidez con que realiza los cambios de marcha.
Para acelerar desde 80 a 120 km/h solo necesitó 4,4 segundos y en nuestro recorrido habitual de consumo —143 km por una autopista con fuertes desniveles a 120 km/h de velocidad media real— gastó 6,3 l/100 km. Un Mercedes-Benz Clase E Estate de 194 CV también fue comparativamente veloz y frugal, ya que necesitó 5,9 segundos para la misma maniobra y consumió 6,0 l/100 km. Un Volvo S90 de 235 CV con tracción a las cuatro ruedas tardo 5,8 segundos en completar la aceleración y consumió 6,1 l/100 km.
Con un BMW 520d berlina (190 CV) medimos 6,2 segundos para la misma maniobra y obtuvimos un consumo de carburante de 6,2 l/100 km en nuestro recorrido. El 520d Touring es 115 kilogramos más pesado que el 520d berlina (ficha técnica comparativa). Aquí se pueden ver comparados los datos propios de prestaciones de los modelos citados (todos tienen motores de 4 cilindros salvo el 530d). El 530d Touring se ha detenido desde 120 km/h en 50,5 metros, un buen resultado.