Rover ha renovado estéticamente la gama 25 y ha añadido nuevos elementos de equipamiento.
Está disponible con carrocería de tres o cinco puertas y dos niveles de acabado.
Los precios van desde los 12.253 € del «1.4 (84 CV) Comfort» de tres puertas hasta 16.645 € del «1.6 CVT Classic».
Es un coche con un buen precio en relación al equipamiento que tiene (incluye el aire acondicionado y el ABS) pero que no puede llevar elementos que sí llevan otros más modernos, como el control de estabilidad, los faros de xenón o la conexión automática de luces, entre otros.
Aparte de en el diseño, es en el equipamiento donde más se nota que el Rover 25 apareció (como Rover 200) en 1995. La estabilidad o el rendimiento de sus motores (en general) no son variables en las que esté claramente por debajo de cualquier coche moderno.
Durante la presentación, he podido conducir el Rover 25 con el motor 1,4 litros más potente, que tiene 103 CV.
Este motor resulta algo perezoso a bajo régimen, y algo menos en medios; es a partir de 5.000 rpm donde se nota la fuerza que tiene. Es posible que con el motor más rodado (nuestra unidad tenía poco más de 1.000 km) esta sensación de falta de fuerza se atenúe.
El cambio tiene un funcionamiento bueno, tanto por el tacto como por la rapidez con que se puede manejar.
Es un coche con una dirección muy sensible: Al mínimo movimiento del volante, el coche gira rápidamente; esto hace que, circulando por autovía, haya que corregir la trayectoria frecuentemente pero a cambio, le otorga una gran agilidad en carreteras con curvas lentas, haciendo de él un coche eficaz en ese tipo de trazados. La unidad que he probado llevaba unos Dunlop Sport 200 en medida 185/55R15